La infusión tibia le sabía a lágrimas. —No tenía mucho sentido —susurró a su madre. —El amor no suele tenerlo —respondió ella.
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La infusión tibia le sabía a lágrimas. —No tenía mucho sentido —susurró a su madre. —El amor no suele tenerlo —respondió ella.
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Sigue luchando, mi locuaz amor —pensó Trenza al día siguiente mientras frotaba las ventanas de la mansión—. Valor, mi levemente asqueroso guerrero.
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—Tú también eres mis guantes, Charlie —le dijo Trenza.
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En cada parada te buscaré una taza, ¿de acuerdo? Cuando haya aburrido a la princesa de turno hasta la muerte y mi padre decida que tenemos que marcharnos, te la enviaré. Como prueba. —Le apretó las manos otra vez—. Lo haré, y no solo porque me escuchas, sino porque me conoces, Trenza. Siempre has sabido ver en mí lo que otros no.
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Eres… bueno, igual suena un poco tonto, pero… eres como un par de guantes, Trenza.
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El enfado está haciendo cola —respondió Trenza—. Va el séptimo, entre la confusión y la fatiga.
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El amor implicaba sufrimiento. Pero si esa era la sal de la infusión, ¿acaso no debería llevar también una cucharadita de miel? ¿Acaso no debería haber, aunque fuese un atrevimiento desearlo, un poco de pasión?
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Los habitantes del planeta rezaban a las doce lunas como a dioses, lo cual no pongo en duda que es mucho más ridículo que lo que sea que veneres tú. Hahahaha gracias por el insulto gratuito Brandon Sanderson |
La muerte creaba mártires. La humillación creaba siervos.
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Es imposible degustar un recuerdo sin mancillarlo con la persona en que uno se ha convertido.
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Gregorio Samsa es un ...