En 2016 Zafón cierra su tetralogía (y un maravillosérrimo trabajo de metaliteratura) con El laberinto de los espíritus. Y cerrar el libro es como poner la última pieza de un puzzle de 5000 piezas (posible, pero te ha hecho dudar de tu capacidad en algún momento). Antes habrás discurrido por una historia en la que se entretejen las vidas de muchos personajes: los buenos (Isabella, Bea, todos los Sempere, la Bernarda, Isaac o Nuria), los malos (Valls, Fumero, ¿Corelli?), los locos (esto se lo dejamos básicamente a uno) y los mejores (aunque en ocasiones se nos caiga el alma a las pantuflas), esos capaces de provocar una carcajada en el momento más inesperado, de hacernos mirar mal (peor) las pastillas Juanola y echar en falta los Sugus: mi bienamado Fermín Romero de Torres. ¿Os parece poco? Hay más, pero sólo unos pocos serán los elegidos para traspasar el umbral de ese lugar de leyenda que ahora custodia mi alimonado favorito. |