El laberinto de los espíritus

Desde el profundo pesar que me produce finalizar una saga tan especial, voy a tratar de hacer justicia.
Juro que he comprado una bolsa de sugus y he ido directo al de limón.

Haré reseña de la saga completa, pues la ocasión lo merece, pero será en otro momento.

El laberinto de los espíritus arranca con un personaje, Alicia Gris, que bien pudiera ser la reina roja de Zafón.

Se crea una trama, con la desaparición de un viejo conocido, el ministro Valls, y todo un engranaje de conspiraciones, substramas e investigación, al estilo del segundo libro de la saga.

Casi sin darnos cuenta, se van introduciendo a los personajes de siempre y es aquí donde encontramos parte de la esencia de la sombra del viento.

Esta cuarta entrega, es un poco, una mezcla de los estilos de sus anteriores. Un cierre necesario.

Hay varios libros dentro del libro, grandes revelaciones y vuelve la belleza de lo simple a la prosa de Zafón.

El libro, crece página a página, y todo lo que le rodea, incluido el lector, crece con él.

Si eres de lagrima fácil, preparate a llorar y si no también.

Incluso la última página, su epílogo, pese a redundante, poético y necesario.

A los que les moleste que un escritor venda muchísimos libros, lamento decir que le pese a quien le pese, Zafón escribe muy bien.

Y mientras me regodeo en el buen sabor de la novela, voy a rechupetear con saña para sacarle todo el jugo a este sugus de limón, en honor a Fermín.