Prohibido creer en historias de amor

¿Y si el problema es precisamente ese? Que tratamos de atarlo todo con palabras para tenerlo bajo control, igual que tratamos de sujetar un globo a una cuerda, en lugar de disfrutar viéndolo subir y subir hasta desaparecer en el cielo.

- Es muy fácil confundir ambos concepto. Pero para querer no se nesecitas razones. De hecho, se desconocen. Es instintivo. ¡A veces incluso se contradice con lo que aparentemente nos gusta! Por eso existe el arte. La poesía, la pintura, la música... Para explicar lo inexplicable.

A veces creo que el sentido de la vida radica en encontrar todas las casualidades posibles que nos demuestren que no estamos solos y que todo los que nos sucede, lo que nos emociona, lo que nos preocupa, lo que nos define tiene una réplica en los demás, incluso en aquellos que no conocemos.

- No todo el mundo lo tiene fácil en la vida, y a veces todos necesitamos una mano amable que nos recuerde que, a pesar de todo, aún quedan grandes cosas por vivir.

Desconfía de quien se halla olvidado de cómo llorar, porque tiene el alma árida, y en tierra árida no crece nada.

A veces el valor de los sueños radica, no en las fantasías que imaginamos, sino en su poder para entretenernos sin recordar la realidad.

Me prohibí creer en historias de amor. Del tipo que fueran.

Porque Héctor es una criatura herida. Me recuerda a los príncipes y las princesas de los cuentos de hadas: con su pasado oscuro y doloroso, solitario, que lo vuelve invisible, a pesar de su corazón puro. Porque es verdad lo que dicen de que el dolor, si no te mata, te hace más fuerte. Lo que no cuentan es que, si te hace fuerte, es porque te vuelve de piedra.