Desconfía de quien se halla olvidado de cómo llorar, porque tiene el alma árida, y en tierra árida no crece nada.
|
Desconfía de quien se halla olvidado de cómo llorar, porque tiene el alma árida, y en tierra árida no crece nada.
|
Aunque creas que estamos sobrexpuestos por los vídeos y las redes, lo más importante, que es quiénes somos realmente y quiénes queremos ser, no lo mostramos jamás en pantalla, porque seríamos vulnerables y porque tampoco somos tan valientes como para arriesgarnos.
|
—Yo sí creo en los amores con final feliz. Pero el problema es que, como dices, oímos hablar tanto del amor en todas partes, a todo el mundo, que al final le quitamos todo su valor y nos conformamos con el primer sucedáneo que nos llega. Y claro, luego nos sorprendemos cuando se acaba. También te digo que cada uno recordamos unas historias antes que otras, y unos se quedan con las felices y otros con las trágicas.
|
- [...] pero te sigue dando vergüenza llorar; te has creído esas patrañas de que llorar está mal, que nos hace débiles, que nos hace más feos, que avergüenza a los demás. ¿O no? [...] Pues, spoiler de la vida: no son ciertas. Llorar depura y asienta las emociones como la lluvia hace con el polvo de la tierra. [...] Desconfía de quien se haya olvidado de cómo llorar, por qué tiene el alma árida, y en tierra árida no crece nada.
|
Ya va siendo hora de que dejes de agobiarte tanto por lo que piensan los demás y empieces a valorarte tú solita.
|
A veces el valor de los sueños radica, no en las fantasías que imaginamos, sino en su poder para entretenernos sin recordar la realidad.
|
En tu cabeza, apuesto a que estás imaginando cómo irá la conversación. Lo que te dirán, su reacción... Pero eso puede ser peligroso porque lo hacemos creando versiones de los demás con lo que conocemos de ellos. Y, normalmente, conocemos mucho menos a la gente de lo que nosotros pensamos. Igual que tus padres no saben quién eres, es muy probable que tú tampoco sepas realmente quiénes son ellos.
|
¿Sabes qué creo? Que deberíamos aceptar que todo el mundo cambia. Cada día. Cada segundo. Así de rápido. --Chasquea los dedos--. Yo el primero. Pero se nos olvida, supongo. O nos da miedo. Constantemente descubrimos cosas de nosotros que un minuto antes no sabíamos, y algunas de esas cosas redefinen por completo quiénes somos para protegernos de toda la mierda que pasa a nuestro alrededor.
|
A veces pienso que no encajo en esta familia. Otras, que soy la única pieza que la mantiene unida.
|
—En que por fin he entendido lo que es un beso de tormenta —dice. —¿El qué? —Pues esto. La vida. El día a día. Que al final merece la pena creer en historias de amor, aunque en ocasiones duela. Y no hace falta ni que esté lloviendo, ni que nos estemos tocando para sentir un beso de tormenta. Porque a veces, en lugar de lluvia, hay un padre borracho, o una madre ausente, o matones, o deudas, o accidentes, o insultos, o inseguridades..., o la muerte de un ser querido. Y en vez de un beso, hay una caricia a tiempo, un abrazo, un mensaje de móvil o una llamada... Da lo mismo: al final, todo se reduce a sentir cerca a esa persona que quieres y que te ve como realmente eres, y poder mirarla a los ojos y saber que, ocurra lo que ocurra, como dice la canción de... mi madre, venga lo que venga, podrás con ello si no estás solo. |
Manolito ...