—En que por fin he entendido lo que es un beso de tormenta —dice.
—¿El qué?
—Pues esto. La vida. El día a día. Que al final merece la pena creer en historias de amor, aunque en ocasiones duela. Y no hace falta ni que esté lloviendo, ni que nos estemos tocando para sentir un beso de tormenta. Porque a veces, en lugar de lluvia, hay un padre borracho, o una madre ausente, o matones, o deudas, o accidentes, o insultos, o inseguridades..., o la muerte de un ser querido. Y en vez de un beso, hay una caricia a tiempo, un abrazo, un mensaje de móvil o una llamada... Da lo mismo: al final, todo se reduce a sentir cerca a esa persona que quieres y que te ve como realmente eres, y poder mirarla a los ojos y saber que, ocurra lo que ocurra, como dice la canción de... mi madre, venga lo que venga, podrás con ello si no estás solo.