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Una joven leonesa hija de un importante y acaudalado comerciante, se casa con un madrileño tan maduro (en esos tiempos cuarenta años ya era una edad considerable🙄) y de buen linaje como necesitado de respaldo económico. Tanto el pretendiente como el padre de la novia ven con buenos ojos el enlace, ya que ambos consideran que la unión es favorable para sus intereses, uno porque se asegura una buena dote y seguridad económica y el padre de la novia porque cree que su hija subirá un peldaño en el status social. No es una unión impuesta en el sentido estricto porque la joven da su consentimiento para satisfacer los deseos del progenitor y por los agasajos y presentes del experimentado novio. En ésta novela doña Emilia hace una crítica explícita a las uniones por intereses, por muy beneficiosas que puedan parecer en primera instancia, ya que en asuntos del corazón no es muy aconsejable establecer criterios mercantiles y porque al final siempre era la mujer la que llevaba la peor parte, obligada a mantener una actitud fiel y respetuosa, que en el caso del varón era menos rigurosa y siempre se admitía alguna escapadita o reunión con amigotes. Se nota que la autora disfruta con las precisas descripciones de lugares que conoce bien, como el Balneario de Vichy y sus alrededores. Un viaje de novios es la segunda novela que escribió Emilia Pardo Bazán, en la que ya apuntaba maneras con un rico y variado uso del lenguaje y una gran capacidad descriptiva, aunque para mi gusto no es de sus mejores obras, al menos de las que he leído(es la quinta obra que leo de esta estupenda escritora gallega). + Leer más |
Presentación del libro Lo que quede (Continta MeTienes, 2024). Con Irantzu Varela, autora, e Irene Montero
Queda lo escrito, todo lo demás no queda, escribió Emilia Pardo Bazán, e Irantzu Varela, comunicadora vasca, feminista, bollera y activista gorda, retoma estas palabras y las trasforma en una invitación a adentrarnos en estas memorias autopornográficas en las que nos cuenta cómo ha llegado a ser quien es hoy.
La escritora y monologuista compone esta biografía a través de relatos cerrados que, potentes como disparos, en ocasiones nos queman la piel, nos llenan de rabia y nos dan ganas de quemar cosas. Sin embargo, en sus palabras siempre hay una puerta abierta, el apoyo de las suyas, la ternura con la que habla de sus raíces y por supuesto la intención deliberada de convertir los dolores y violencias propias en movimientos y acciones colectivas.
Varela no se presenta sola, sino que a lo largo del libro convoca un akelarre de mujeres artistas, a través de cuyas citas y referencias podemos aproximarnos al universo más personal y político de la autora. A falta de reparación, o a la espera de ella, ojalá Lo que quede sirva como alivio de lo vivido.
