Alice es una de mis autoras favoritas, y no solo porque haya dado una voz a la comunidad asexual. Sino también por tratar tan bien temas delicados como trastornos alimenticios, depresión, familias homofóbicas/maltratadoras, etc.
Algo que me gustó mucho, es que no pone al interés romántico como “el gran salvador” que ayudará a su pareja con sus problemas de salud. Porque a fin de cuentas, no tiene las herramientas que un profesional sí.
Nuestros seres queridos no tienen porqué (a no ser que puedan ayudar más porque son especialistas/profesionales) cargar con el papel de salvadores. El amor no lo cura todo.
Su trabajo puede ser acompañar y apoyarnos en nuestros avances, y sobre todo en nuestras decaídas. Pueden estar a nuestro lado como protectores, pero no como salvadores…
Algo que en su momento cuando lo leí por primera vez me había tocado, es que ponerle un nombre a la enfermedad/condición ayuda a saber lo que nos pasa. A tener la tranquilidad de que no nos pasa a nosotros solos.
También nos muestra el miedo que podemos tener a que nuestros seres cercanos no nos crean a cerca de lo que sentimos (miedo a que invaliden nuestras emociones, nuestras dolencias, etc). En donde esa inseguridad puede ser uno de los mayores problemas a la hora de tratarnos o de cómo pedir ayuda. de cómo dejarnos ayudar.
Y lo peor, cuando se equivocan o fueron demasiado duros, lo reconocen pero no te lo dicen de frente. No te ofrecen una disculpa. Sabemos perfectamente que no hay padres perfectos, pueden cometer errores, pero sería lindo que se disculpen delante nuestro.
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