Son los fuegos de otoño. Purifican la tierra; la preparan para las nuevas semillas. Vosotros aún sois jóvenes. Esos grandes fuegos aún no han ardido en vuestras vidas. Pero se encenderán. Y devorarán muchas cosas. Ya lo veréis, ya lo veréis...
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Son los fuegos de otoño. Purifican la tierra; la preparan para las nuevas semillas. Vosotros aún sois jóvenes. Esos grandes fuegos aún no han ardido en vuestras vidas. Pero se encenderán. Y devorarán muchas cosas. Ya lo veréis, ya lo veréis...
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Dijo que el cuerpo estaba formado por pequeñas partículas que permanecen juntas mucho tiempo, pero un buen día se separan. Supongo que, cuando se acerca la muerte, cada una de esas partículas se agita y quiere recuperar su libertad, y eso es lo que causa esta insoportable angustia...
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Los matrimonios felices son aquellos en los que el marido y mujer lo saben todo el uno del otro, o bien lo ignoran todo.
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La grandeza de un hombre se mide por el número de sus enemigos.
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Eran tiempos en los que algunos hombres se dejaban llevar por la desesperación, y algunas mujeres, por el libertinaje, pero Thérèse y muchos otros cuidaban a los heridos y soñaban, confiados en el porvenir.
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Sentía vagamente que 'el fuego', como lo llamaban los hombres, no sólo quemaba el corazón y la carne de los pobres chicos, también iluminaba cosas confusas, tenebrosas, desconocidas, que habían dormido hasta entonces, profundamente sepultadas en ellos.
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El asesinato de aquel archiduque austríaco... La multitud que se había manifestado ante la estatua de Estrasburgo hacía dos días... Palabras, rumores, habladurías, palabras... Una palabra... Pero una palabra que no era de aquel siglo, afortunadamente.
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Pero los hombres a los que el siglo retenía en sus redes no comprendían; se indignaban, se rebelaban y seguían buscando dolorosamente, en vano, un sentido a su padecimiento. Era como si golpearan con el puño una muralla muda. Sus golpes no encontraban eco.
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Solo aceptamos con rapidez la felicidad, el éxito. El instinto humano opone al fracaso infranqueables barreras de esperanza. El sentimiento de la desgracia tiene que apartar esas barreras una a una antes de poder penetrar en la plaza fuerte, en el corazón mismo del ser humano, que, poco a poco, reconoce al enemigo, lo llama por su nombre y se asusta.
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Dicen que habrá guerra, que es inevitable y está próxima. Quienes la han preparado son ellos. Fingen temerla. No lo sé, quizá sea verdad, pero a veces parece que la deseen. O tal vez les fascina. Quizá hayan ido tan lejos que ahora ya no pueden retroceder y se sienten al borde de un abismo. Pero lo que es seguro es que los primeros que caerán en ese abismo serán los jóvenes.
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El platillo llamado Duelos y Quebrantos (torta de huevos, jamón y chorizo) aparece en: