Los fuegos de otońo de Irčne Némirovsky
Pero los hombres a los que el siglo retenía en sus redes no comprendían; se indignaban, se rebelaban y seguían buscando dolorosamente, en vano, un sentido a su padecimiento. Era como si golpearan con el puńo una muralla muda. Sus golpes no encontraban eco.
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