Los fuegos de otońo de Irčne Némirovsky
Solo aceptamos con rapidez la felicidad, el éxito. El instinto humano opone al fracaso infranqueables barreras de esperanza. El sentimiento de la desgracia tiene que apartar esas barreras una a una antes de poder penetrar en la plaza fuerte, en el corazón mismo del ser humano, que, poco a poco, reconoce al enemigo, lo llama por su nombre y se asusta.
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