Me gusta pensar en la existencia como en una gran carretera de circunvalación con señales que indican el destino de cada uno. Algunos nos pasamos la vida dando vueltas sin saber cuál es nuestra salida
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Me gusta pensar en la existencia como en una gran carretera de circunvalación con señales que indican el destino de cada uno. Algunos nos pasamos la vida dando vueltas sin saber cuál es nuestra salida
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Pero un cuento no puede resolver todos los cabos sueltos. Tampoco en la vida se resuelven y la suya era un ejemplo de ello: de muchos cabos sueltos. En el relato faltaban cosas y, sin embargo, estaba extrañamente completo
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Cómo averiguar, se dijo, si he abandonado la realdad para entrar en un cuento o he abandonado un cuento para entrar en la realidad
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Al retomar la lectura, le sorprendió la capacidad del relato para sacarlo de su propia vida obligándolo a entrar como testigo en otra con la que no tenía relación alguna
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¿Presumes a estas alturas de conocer la diferencia entre el cuento y la vida?
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-¿Y lo imaginario es real? -Claro, qué va a ser si no. |
Como la habitación apenas tenía cambios, Carlos supuso que los cambios se habían producido en él, e imaginó la vida como una sucesión de destierros de uno mismo: el bebé es abandonado por el niño; el niño, por el adolescente; el adolescente, por el joven, y así de forma sucesiva hasta que el viejo es abandonado por el muerto. Le resultó curioso que la identidad permaneciera a través de todas aquellas transformaciones.
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Las casualidades forman a veces tejidos sospechosamente perfectos.
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Cómo averiguar, se dijo, si he abandonado la realidad para entrar en un cuento o he abandonado un cuento para entrar en la realidad.
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Tal vez las cosas no eran lo que eran, aunque hubiera que vivir como silo fueran para no estar en guerra constante con el mundo.
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¿Para qué viajan Fray Guillermo y Adso a la abadía benedictina?