Circe es una maravilla. Inmersiva y deliciosa a más no poder, con un lenguaje poético tejido con palabras muy bien elegidas que te transporta al fascinante e incierto mundo de la mitología griega, en concreto al mito de la diosa menor y hechicera que da título a la novela. Las descripciones son bellísimas, los diálogos certeros, y en ambos casos están envueltos en un halo intimista que convierte a esta novela en un manto que te arropa durante toda su duración. Tiene el tono y ritmo perfectos para este tipo de historia, y diría que la traducción le hace bastante justicia al original. En este caso ya tenía comprada la versión en castellano por una oferta del ebook, pero si algún día lo releo, será en inglés.
Circe es un viaje de madurez y autoconocimiento a través de la protagonista y el entorno en que se mueve —reducido o infinito según la ocasión—, que ve el mundo desde diferentes perspectivas y pasa por múltiples estadios a lo largo de su vida. Igual que Prometeo,
Circe experimenta dolores y pasiones físicas y emocionales, penas y alegrías, y una vasta colección de emociones mundanas que la acercan a los mortales más que al círculo de titanes y dioses en donde nace y da los primeros pasos (y tropiezos) de su longeva vida.
Circe conecta con la naturaleza a través de sus inquietudes y artes mágicas, tanto con la externa del mundo como con la suya propia. Explora, crece, y se sorprende al descubrir lo que es capaz de hacer. Su vida se va componiendo de pensamientos y acciones de índole diversa: buenas, malas, cuestionables, de decisiones de las que se arrepiente y de las que jamás se arrepentirá.
Mención especial para los capítulos 9, 10 y 11, dignos de enmarcar y no dejar de contemplarlos como las obras de arte que son.
Si bien la parte central se me hizo un tanto pesada y podría haberse saldado uniendo un par de capítulos en uno solo (no mencionaré cuáles para evitar spoilers), siempre encontraba algo que me animaba a seguir leyendo, ya fuera una descripción o un diálogo. Antes de la parte final vuelve a enderezar el rumbo, a mi entender.
En lo personal no conocía los entresijos del mito de
Circe más allá de la Odisea de Homero, así que no sabía cómo terminaría su historia. de lo que sí estaba al tanto es de que la mitología griega está compuesta de idas y venidas, de enredos y amoríos de todo tipo, así que no me sorprendió demasiado el modo en que
Circe acaba sus días. Me alegro de que sea feliz al igual que Aquiles y Patroclo, a quienes se menciona varias veces durante la narración como guiño a
La canción de Aquiles.
Hasta donde sé,
Madeline Miller tiene pocos trabajos literarios publicados, pero cada uno de ellos me ha parecido sobresaliente, exquisito, y me ha calado profundo en el alma. Gracias.