El secreto de la hierba

En primer lugar agradecer a Babelio, Masa Crítica y a la editorial Tres Hermanas el envío del ejemplar. La novela está editada en rústica con solapas, muy cómoda al tacto y con un tamaño de letra bastante bueno.


Es el verano de 1992 y Miguel lo va a pasar en su pueblo, en compañía de su mejor amiga y vecina, Angelitas, su hermano pequeño Felipe y con la ansiada visita de sus primos de Barcelona. La separación de sus padres, que serán los primeros divorciados del pueblo, la muerte de su abuelo y el descubrimiento del pasado de su familia y la inestimable presencia de sus tres tías solteras, que viven para el cuidado solícito de su anciano padre, acompañarán a Miguel en los calurosos días del último verano de su infancia pronta a terminar.


El libro está estructurado en cuatro partes, cada una de ellas corresponientes a los meses de verano (desde junio hasta septiembre) y consta de treinta y un capítulos en total. Cada capítulo va precedido de un documento, desde una noticia hasta un boletín de notas, que ilustra y da un indicio sobre el tem que se trata en el capítulo en cuestión. A mí, personalmente, me encantan el uso de esta tipo de recursos, le dan un toque original a la narración. Los diálogos son muy creíbles y dan mucha agilidad a la narración, ayudando a que la novela se lea con gusto y de forma bastante fluida y rápida.



La lectura de esta novela, y más para los que vivimos parte de nuestra infancia en los noventa y encima somos de pueblo, nos trae de vuelta los recuerdos de aquellos maravillosos tiempos, en los que todo aún estaba por descubrir y la vida era mucho más fácil. Esos veranos calurosos y de sequía, pero en los que con cualquier cosa nos entreteníamos y éramos felices.

Las referencias a los acontecimientos de la época, como la Expo de Sevilla y las Olimpiadas de Barcelona, que estaban presentes en todo y marcaron un hito en la historia del país, y con los que todos vibramos de emoción, ayudan a dotar a la historia de una ambientación muy conseguida. También la referencia a programas de la época, películas y series infantiles, que todos disfrutábamos, provocan mucha nostalgia a los que vivimos aquellos tiempos y te dejan una sonrisa en los labios.



Otro de los puntos fuertes de esta novela está en la excelente forma de plasmar la vida de los pueblos de aquella época. Se nota que el autor ha puesto mucho de sus propias vivencias en esta obra, porque yo creo que si no se ha vivido, es muy difícil describir tan bien esa forma de vivir. En eso me ha recordado mucho a "El camino" de Miguel Delibes, en cómo nos cuenta la historia de un pueblo a través de los ojos de un niño preadolescente y en los temas que trata (el amor, el desamor, la muerte, el paso del tiempo, las costumbres...), con la diferencia que en la obra de Delibes la historia se desarrolla unos cincuenta años antes en el tiempo.



Otro aspecto a resaltar son los personajes, muy bien construidos y diferenciados, y de los que tenemos ejemplos cercanos todos. Los que más me han gustado son las tres tías de Miguel, que son un tópico pero tan muy reales. También me gustó mucho la vecina anciana de más de cien años, es una escena que se queda en el recuerdo.

Por todo ello sólo puedo recomendar encarecidamente la lectura de esta maravillosa novela, que abrirá una ventana a un pasado reciente al que mirarás con nostalgia pero que te dejará muy buenas sensaciones.


He descubierto en este autor a un narrador de la vida, de lo cotidiano, de lo nuestro, a la altura de los grandes y al que no hay que perder de vista porque viene pisando fuerte.
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Miguel es un niño que vive en un pequeño pueblo andaluz, al que acaban de darle las vacaciones escolares. Vacaciones que durante la lectura viviremos con él, su hermano Felipe, sus primos de Barcelona y su mejor amiga Angelitas. Verano de 1992, año de las Olimpiadas de Barcelona. Acontecimiento presente en la novela como telón de fondo, pero que no influye directamente en la trama.
De una forma muy original el autor introduce cada capítulo con un folletín, anuncio publicitario, pregón del pueblo, boletín informativo, poema o incluso panfletos escolares. Elementos que en ocasiones influyen de manera directa en la trama y en otras nos aporta información para su contexto.
Una historia en la que se nos muestra el fin de una etapa, la transición entre infancia y adolescencia. Miguel descubre algunos de los secretos que guardan los adultos en un pueblo aún marcado por las rencillas de una guerra civil y una posguerra aún muy presentes. En una España en proceso de modernización, modernización que aún se veía poco en los pueblos.
Repleta de costumbrismo con escenas y diálogos que nos trasladarán a nuestra infancia, sin importa si esa infancia la vivimos en esos mismos años, un poco antes o algo después, ya que la infancia es una época por la que todos hemos pasado y siempre recordamos con cierta nostalgia, sobretodo las vacaciones de verano. ¡Qué felices éramos cuando teníamos todas unas vacaciones escolares por delante!

Una novelas totalmente recomendable, ideal para estos días de verano.

Leer El secreto de la hierba te lleva automáticamente al pasado, dejando tras de sí una ráfaga de nostalgia, sobre todo a aquellos que vivimos y/o veraneamos en un pueblo, aunque no haya sido en la misma época que en el libro. Y bien es sabido como es la vida en un pueblo pequeño.

Vacaciones de verano en el 1992. Las olimpiadas de Barcelona. El calor andaluz. Fechas en las que no estás solo, te acompañan Felipe, Angelitas, Claudia y Luis. Además de todos los secretos de los adultos donde vas a acabar metido de lleno cuando te afecte de primera mano, haciendo que la infancia quede atrás.


Se trata de una novela fresca y fácil de leer, por sus diálogos y su cotidianidad, y aún más en esta época del año. Cada inicio de capítulo es diferente y especial (desde “Se hace saber que…” a “¿Transpiración excesiva de los pies? pasando por Una Rosa es una Rosa). La ambientación es preciosa y muy adecuada a la época, haciéndote revivir momentos especiales, más si viviste en ella. Cassetes, cromos… LA SUPER POP. Nostalgia en estado puro.


Lo he disfrutado muchísimo. Muy recomendada y aún más en verano. ¡Gracias Alejandro! ¡Y gracias Babelio!

Comenzar a leer esta novela es plantarse al pie de una escalera.
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El curso termina para Miguel y arranca un verano, el del 92, olímpico y universal, crucial para su vida. Serán meses de calor asfixiante, en los que la agrietada tierra suda hasta la última gota minúscula que guardaba en su interior como la reliquia más valiosa. Vive en un pueblo, terreno especialmente abonado para las habladurías y los rumores, y es un niño listo y muy observador que comienza a caer en la cuenta de ciertos silencios que son palabras sin sonido que no sabe aún interpretar; gestos, actitudes, ausencias... Esas cosas en las que nunca te fijaste o pasaste por alto y que un día se plantan delante tuyo como gigantes, como auténticas certezas.
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El mundo, ansioso por vernos crecer, decide que es hora de que la venda caiga. Por eso, volviendo al inicio de la reseña, arrancar la historia es estar al pie de una escalera, darle la mano a Miguel y acompañarle en la subida hasta el primer rellano de la vida: la inevitable pérdida de la inocencia. Hay en ella peldaños bajitos, amplios, que dan paso al costumbrismo y permiten los juegos, las carreras, el intercambio de cromos, los momentos con las tías, con su padre y su madre; otros son empinados y demasiado altos, en los que Miguel tendrá que enfrentar no solo la separación de sus padres, sino también una intriga familiar que hará por resolver, a su modo, con la ayuda de su hermano pequeño Felipe y su amiga Angelitas.
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La mirada se me tiñó de nostalgia y una sonrisa se dibujó en mi cara, de manera autónoma, al descubrir que ese tránsito está lleno de elementos propios de aquella época en la que, como Miguel, también fui niño: el videoclub, los cromos, las telenovelas, las revistas o una canción que pertenece al primer álbum musical que aprendí y del que alguien nos había hecho una copia en un cassette.
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Unos personajes redondos en una historia sensible y sorprendente en la que todos nos podemos encontrar: crecimiento y aprendizaje vital de un niño al que, como a todos, le toca subir el primer tramo de escalera de la vida.
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He leído El secreto de la hierba con una sonrisa en los labios y con el corazón lleno de nostalgia por esa época que tan atrás quedó, ay la infancia, cuántas ganas de ser mayor con lo fácil que era todo entonces.

El secreto de la hierba es una novela tierna, emotiva y maravillosa. Una novela sobre el verano de 1992. El verano de la Expo de Sevilla y de las Olimpiadas de Barcelona. El verano en el que Miguel pasa las que pueden ser las últimas vacaciones como niño en su pueblo. El verano que estará acompañado de su hermano Felipe, su amiga Angelitas y sus primos Luis y Claudia. El verano en el que descubrirá el mundo de los adultos y los secretos que éstos tienen, secretos que va conociendo al escuchar las conversaciones de las mujeres de su vida, su madre, sus tías, las vecinas del pueblo... Y conocerá el mundo de los adultos, el secreto de la señorita Milagros o el por qué su madre no se habla con el abuelo mientras que sus tías se desviven por cuidarlo o la historia del pueblo, el pasado de los habitantes y las heridas que no han cerrado. Y dejará atrás la infancia cuando sus padres se divorcien.


Rápida de leer quizá por sus fantásticos diálogos y con capítulos cortos en los que me ha sorprendido la originalidad de su inicio ya que todos empiezan con un pregón, una noticia o un anuncio que nos muestran un poco más de la época. Una novela con una historia sencillamente deliciosa, con unos personajes entrañables, unos diálogos perfectos y una ambientación intimista que la convierten en una auténtica maravilla que he disfrutado enormemente.

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