[…] pero no tenía hambre porque yo entonces no tenía hambre nunca […].
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[…] pero no tenía hambre porque yo entonces no tenía hambre nunca […].
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[…] que no sería la primera vez que se caía o se tiraba, que para el caso tanto daba porque se iba a quedar impedida o idiota como siguiese haciéndolo.
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En esta casa no se hereda dinero ni anillos de oro ni sabanas bordadas con las iniciales, aquí lo que nos dejan los muertos son las camas y el resentimiento.
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Mi madre nunca había sido otra cosa que una adolescente en una fotografía vieja o un juramento en la boca de mi abuela, ni siquiera un vacío porque para eso tienes que tener donde hacer hoyo pero ahora volvía como si nunca hubiese desaparecido o como si hubiese desaparecido todos los días y todos los días hubiésemos tenido que sentir el desgarro dentro y ahí yo sí que empecé a notar el huequito el huequito el huequito.
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A la mañana siguiente me despertó el ruido de la verja delantera. Pensé que la vieja habría salido pronto de casa pero cuando me incorporé vi que todavía estaba en la cama. Me levanté para mirar por la ventana. Casi nadie viene nunca a la casa y menos a esas horas porque esas horas son las del arrepentimiento o las de la esperanza pero no las de la angustia, a esas horas te remuerdes por la noche de antes o te ilusionas por la mañana que sigue pero todavía no se te ha agarrado el día al pecho, para eso todavía queda un poco no mucho pero un poco.
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Cada uno tenía que saber cuál era su sitio
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A mí me da igual que piensen que estoy loca o que soy idiota pero que me tengan lástima eso no, eso sí que no, que no he hecho todo lo que he hecho para que ahora cualquier mugriento me tenga pena.
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No sé lo que dijo la madre en la rueda de prensa porque la oí pero no la escuché. Solo podía mirarle el pelo perfecto la manicura perfecta la camisa perfecta. Cuánta gente para preparar aquello, cuánta gente mal pagada con hipotecas y letras con casas llenas de trampas para cucarachas y manchas de moho para que ella estuviese así de perfecta. La peluquera para el tinte, la esteticién para la manicura, la criada interna que planchaba la ropa. Eso si contamos solo aquel momento, sin tener en cuenta los tratamientos de belleza durante años las niñeras que la cuidaron desde pequeña y no dejaron que sus manos se manchasen con nada las criadas que han evitado durante décadas que tenga que llenarse de grasa de polvo de mierda los profesores que la enseñaron a pronunciar así de bien a hablar así de bien a no desmoronarse nunca delante de nadie ni siquiera cuando se han llevado a tu hijo porque si te desmoronas y gritas y maldices y hablas mal y se te cuelan las jotas donde debería haber eses y te comes sílabas que no tenías que comerte nadie te toma en serio.
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"Hice lo que pude, pero las cosas que se llevan dentro no se arrancan fácilmente . En esta casa eso lo sabemos bien."
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Se contento con mirarme fijamente como hacía siempre, intentando sacarme las ideas de la cabeza para meterme otras.
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"Hoy ha muerto mamá. O quizá ayer. No lo sé. Recibí un telegrama del asilo" ¿El personaje de qué libro está hablando?