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Carcoma de Layla Martínez
A la mañana siguiente me despertó el ruido de la verja delantera. Pensé que la vieja habría salido pronto de casa pero cuando me incorporé vi que todavía estaba en la cama. Me levanté para mirar por la ventana. Casi nadie viene nunca a la casa y menos a esas horas porque esas horas son las del arrepentimiento o las de la esperanza pero no las de la angustia, a esas horas te remuerdes por la noche de antes o te ilusionas por la mañana que sigue pero todavía no se te ha agarrado el día al pecho, para eso todavía queda un poco no mucho pero un poco.
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