La ladrona de libros

Un soldadito estaba enterrado en el suelo...Estaba rayado y pisoteado, aunque para Liesel eso era lo mas importante. A pesar de estar herido, todavía se aguantaba en pie.

Créeme, el mundo es una fábrica. El sol lo remueve, los humanos lo gobiernan y yo soy la que persevera. Me los llevo.

¿Cómo le regalas a alguien un pedazo de cielo?.

Un pequeño detalle: morirás. Sinceramente, me esfuerzo por tratar el tema con tranquilidad, pero a casi todo el mundo le cuesta creerme, por más que yo proteste. Por favor, confía en mí. De verdad, puedo ser alegre. Amable, agradable, afable... Y eso son sólo las palabras que empiezan por ''a''. Pero no me pidas que sea simpática, la simpatía no va conmigo.

“Las palabras son vida”

En conjunto todo daba como resultado cierto grado de satisfaccion que iba acumulandose hasta rozar eso que suele llamarse “ ser feliz

Cuando Liesel dejó de llorar y se levantó, Rudy le pasó el brazo por el hombro, como solo lo hace el mejor amigo y siguieron caminando. No hubo petición de beso ni nada por el estilo. Considéralo adorable si te apetece.

- ¿Le hablabas de mí?
Ella no pudo responder enseguida. Tal vez fue la súbita sacudida amorosa que sintió por él. ¿O habría sido así siempre? Era probable. Privada del habla, deseó que la besara, que la agarrara de la mano y la atrajera hacia él. No importaba dónde. En la boca, en el cuello, en la mejilla. Tenía toda la piel libre para él, a la espera.

Se la tragó la tierra ¡Qué emoción sentirse ignorada!

Como un tren nocturno llegando a su hora a la estación, tirando de los recuerdos que lleva atados a una cuerda, tras mucho arrastrar y traquetear torpemente.