El cielo parecía un caldo hirviendo, en plena agitación, un poco requemado.
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El cielo parecía un caldo hirviendo, en plena agitación, un poco requemado.
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¿Cómo le regalas a alguien un pedazo de cielo?
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Las palabras son vida. Si tus ojos pudieras hablar, ¿qué dirían?
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De todos los instrumentos del hombre, el más asombroso es, sin duda, el libro. Los demás son extensiones de su cuerpo. El microscopio, el telescopio, son extensiones de su vista; el teléfono es extensión de la voz; luego tenemos el arado y la espada, extensiones del brazo. Pero el libro es otra cosa: el libro es una extensión de la memoria y la imaginación
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Me maravilla lo que los humanos son capaces de hacer aunque estén llorando a lágrima viva, que sigan adelante, tambaleantes, tosiendo, rebuscando y hallando.
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No sé por qué los moribundos siempre hacen preguntas retóricas. Tal vez sea para morir satisfechos de haber acertado.
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El silencio no era quietud o calma, y desde luego no era paz.
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La ladrona de libros fue a cambiarse. Se puso el uniforme de las juventudes Hitlerianas y, media hora más tarde, salieron de casa hacia el cuartel general de la BDM. Desde allí los niños irían a la plaza, cada uno con su grupo. Se pronunciarían discursos. Se encendería una hoguera. Se robaría un libro. |
A su izquierda, tal vez a su derecha, incluso puede que al frente, hay una pequeña habitación a oscuras. Allí espera sentado a un judío. Apesta. Esta famélico. Esta asustado. Por favor, intenta no apartar la vista. |
¡Nada!
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Gregorio Samsa es un ...