Hunt entró repentinamente, la cara llena de furia, las alas abriéndose. La sombra de la muerte desatada.
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Hunt entró repentinamente, la cara llena de furia, las alas abriéndose. La sombra de la muerte desatada.
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Pero ahí estaba Danika, con el audio entrecortado, el sonido de su voz pidiendo clemencia desde los altavoces del techo. Danika, que estaba siendo devorada y destrozada. El silencio del asesino era tan escalofriante como los gritos de sollozantes de Danika. |
¡¡¡A brillar, Danikaaaaaaa!!!
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En sus nudillos bailaban relámpagos. Una muestra débil del poder que Isaiah lo había visto descargar sobre sus enemigos: relámpagos, capaces de derribar un edificio. Ya fuera ángel ordinario o arcángel, el poder siempre era una variación de lo mismo: lluvia, tormentas, el tornado ocasional… El propio Isaiah podía invocar un viento capaz de mantener a raya un enemigo al ataque, pero ninguno en la historia reciente tenía la habilidad de Hunt para controlar los relámpagos a voluntad. Ni la intensidad de poder suficiente para convertirlos en algo verdaderamente destructivo. Había sido la salvación y la destrucción de Hunt. |
Era cierto, Hunt y el concepto «amigos» no iban de la mano. Incluso entre los triarii, incluso después de llevar con ellos dos años, Hunt seguía prefiriendo su soledad. Seguía trabajando incansablemente hacia un único objetivo: la libertad. O, más bien, la escasa probabilidad de alcanzarla.
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No había ni rastro del casco con rostro de calavera que le había ganado a Hunt el sobrenombre susurrado en todos los corredores y calles de Ciudad Medialuna: el Umbral Mortis. «La Sombra de la Muerte». |
Hunt parecía existir dentro de una onda permanente de quietud. Era el silencio antes del trueno, como si toda la tierra contuviera el aliento cuando él estaba cerca.
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El tiempo seguía avanzando a trompicones, se aceleraba y de detenía.
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Supo en lo más hondo que no era una alucinación, eso que yacía en su cama, supo en lo más hondo que lo que se desangraba en su pecho era su corazón. Danika estaba ahí. Hecha pedazos. Y al pie de la cama, repartido por toda la alfombra desgarrada y en pedazos más pequeños, como si hubiera muerto defendiendo a Danika… supo que eso era Connor. Supo que el montón justo a la derecha de la cama, el más cercano a Danika… Eso era Thorne. Bryce se quedó mirando. Mirando. Tal vez tiempo se detuvo. Tal vez estaba muerta. No podía sentir su cuerpo. |
La oscuridad le dio la bienvenida. El regusto cobrizo de la sangre y el olor a putrefacción la golpearon. Todo su cuerpo se contrajo, cada uno de sus músculos se puso en alerta y todos sus instintos le gritaban que corriera, corriera, corriera. Pero sus ojos de hada se acostumbraron a la oscuridad t revelaron el apartamento. Lo que quedaba de él. Lo que quedaba de ellos. |
Es un retelling de...