Era el secreto original que compartíamos, la capacidad de oír un mundo que otros no podían oír.
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Era el secreto original que compartíamos, la capacidad de oír un mundo que otros no podían oír.
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¿Qué legado habría podido dejar Nannerl si se le hubiera dispensado la atención y el acceso de los que gozaba su hermano? ¿Qué bellas creaciones se perdieron para siempre debido a que Nannerl era mujer? ¿Cuántos otros talentos han sido silenciados por la historia, ya sea por su género, raza, religión, orientación sexual, o por sus circunstancias económicas?
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Crear algo, solo para verlo destruido. La idea de ese riesgo era lo que más me dolía. Aparté la mirada de la pluma, dispuesta a darme por vencida.
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La historia que nunca has oído es la de la hermana que componía a su lado. En cierto modo, a ella también la conoces, pues has oído su música durante toda tu vida. Ella no es el polvo de estrellas sino el pabilo constante, el que arde con un brillo tenue y moderado. No la vez por el modo en que ilumina el cielo, sino por la forma en que se afianza en la oscuridad, sola, por la noche, junto a una ventana, mientras el mundo duerme a su alrededor. Ella escribe cuando no la ven. Por la mañana, nadie sabrá que su llama había ardido. Su música en el fantasma en el aire. La conoces porque te recuerda a algo que no logras identificar del todo. Te preguntas donde la has oído antes.
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Ese era mi valor. Sin él, no era más que una simple niña. Con él, sería lo que Jacinto me había prometido, Inmortal.
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Ayúdame a ser digna. Digna de elogios, de que me amen y me recuerden. Digna de atención cuando desnude mi corazón ante el clavecín. Digna de que mi música perdure cuando yo ya no esté. Digna de mi padre. Haz que me recuerden
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La música es el sonido de Dios, Nannerl, me decía. Si has recibido el talento, significa que Dios te ha elegido como embajadora de Su voz. Tu música será como si Dio te hubiera otorgado la vida eterna.
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El deseo es lo que te impulsa, y el talento es la flor a la que da vida.
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—Pero ten cuidado con lo que deseas —agregó—. Los deseos suelen sorprender a quienes los piden.
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Él te dice que toques, y tú tocas. Te dice que saludes con una reverencia, y obedeces. Te ordena lo que debes hacer y lo que no, y tú lo aceptas. Te pide que no te enfades, y tú sonríes, bajas la mirada, te callas y haces exactamente lo que él quiere con la esperanza de complacerlo, hasta que una noche te das cuenta de que le has entregado tanto de ti misma que ya no eres nada más que la reverencia, la sonrisa y el silencio. Que no eres nada.
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¿Qué criaturas mágicas podemos encontrar en Gringotts, el banco de magos?