El bosque sabe tu nombre

Tú eres como esas olas salvajes del Cantábrico que chocan y chocan sin descanso sin descanso contra la misma roca afilada intentando romperla. No puedes evitar el desastre porque te gusta romper y romperle. ¡Y pobre del que intente interponerse entre el mar y las rocas! No sabe lo que le espera.

No deberías subestimar lo que un hombre herido que cree haber sido privado de algo que merece es capaz de hacer.

No confío mucho en las personas pero me gustaría poder confiar en ellos.

El hábito de engañar a otros es de los más difíciles de abandonar.

Mientras me critican a mí no tienen que fijarse en las cosas de su vida que no les gustan o que no pueden cambiar.

No hay forma humana de mandar en los sentimientos de otra persona, esa es la única cosa en este mundo sobre lo que nadie tiene poder.

Si los demás intuyen que eres débil enseguida te comen viva.

La culpa no es más que una pérdida de tiempo: una trampa inventada para contenernos, una jaula de barrotes transparentes que nos obliga a sentirnos mal por desear lo que deseamos o a quién deseamos.

A una le ponen la fama de algo y luego ya no hay forma de quitársela.

Estamos unidas para siempre por un hilo invisible, pero tan fuerte que puedo sentirlo, aquí, atado con un nudito alrededor de mi muñeca. Un extremo está atado a mi muñeca y el otro a la tuya, así que nunca nos separaremos, no importa cuál de las dos muera primero. Unidas para siempre. Inseparables.