Nunca te encojas. —Un frío susurro en su oreja—. Nunca temas. Y nunca, jamás, olvides. La niña asintió despacio. Exhaló la esperanza de su interior. |
Nunca te encojas. —Un frío susurro en su oreja—. Nunca temas. Y nunca, jamás, olvides. La niña asintió despacio. Exhaló la esperanza de su interior. |
—Nunca te encojas. Nunca temas. La niña sintió las palabras en el pecho. En el lugar más profundo y más oscuro, donde la esperanza que los niños respiran y los adultos añoran se marchitaba y caía, flotando como cenizas en el viento. |
Y sin embargo, de algún modo sabía que estaba en un sitio donde las palabras no tenían lugar. De modo que se quedó callada.
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El leve roce de sus lenguas le había dado escalofríos, acelerado el corazón y provocado que sus entrañas ardieran de anhelo.
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(...) sus ojos. Cinco mil brazadas de profundidad. Te absorbían entre risas incluso mientras te ahogaban.
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No hay sombra sin su luz, el día por siempre persigue a la noche, entre el negro y el blanco está el gris. Antiguo proverbio Ashkahi |
-Serás un rumor. Un susurro. El pensamiento que despierta a los hijos de puta de este mundo sudando en plena nuncanoche. Lo último que vas a ser jamás en este mundo, chica, es la heroína de alguien.
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Los libros que amamos nos aman a nosotros. Igual que nosotros dejamos nuestra señal en sus páginas, esas páginas dejan su señal en nosotros. |
Esta es la verdad, gentiles amigos: ante la duda, conviene ser educado en los tratos con lunáticos.
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Los libros que amamos nos aman a nosotros. Igual que nosotros dejamos nuestra señal en sus páginas, esas páginas dejan su señal en nosotros.
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¿Qué criaturas mágicas podemos encontrar en Gringotts, el banco de magos?