Los nombres dicen tanto de quien los pone como de lo que lo recibe.
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Los nombres dicen tanto de quien los pone como de lo que lo recibe.
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Los libros que amamos nos aman a nosotros. Igual que nosotros dejamos nuestra señal en sus páginas, esas páginas dejan su señal en nosotros. |
Los libros que amamos nos aman a nosotros. Igual que nosotros dejamos nuestra señal en sus páginas, esas páginas dejan su señal en nosotros.
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Los ojos se le llenaron de lágrimas que emborronaron el mundo hasta dejarlo sin forma.
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No poseas nada. No sepas nada. No seas nada. Porque entonces, puedes hacer cualquier cosa.
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Ella debería preguntarse a qué está dispuesta a renunciar por las cosas que quiere. Y cuáles desea conservar. Pues cuando alimentamos con otra vida a las Fauces, estamos entregándoles también una parte de nosotros mismos. Y tarda poco en no quedar nada.
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Tu aspecto no cambia lo que eres por dentro. Pueden darte una cara nueva, pero no pueden darte un corazón nuevo. Por mucho que te quiten, eso no te lo pueden quitar si no les dejas. Esa es la verdadera fuerza, Tric. Ahí está el verdadero poder.
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«Si no puedes hacer daño a quienes te lo hicieron, a veces basta con hacérselo a cualquiera.»
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Esta es la verdad, gentiles amigos: ante la duda, conviene ser educado en los tratos con lunáticos.
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—Tú ya entiendes lo que es anhelar, amor. Y muy pronto comprenderás cuánto poder otorga saber infundir ese anhelo en los demás.
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¿Qué criaturas mágicas podemos encontrar en Gringotts, el banco de magos?