Los muertos son huérfanos. Sin más compañía que el silencio.
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Los muertos son huérfanos. Sin más compañía que el silencio.
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Pienso que llega un momento en que la voluntad sencillamente se agota.
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- La razón de que esto sea tan terrible es precisamente su trivialidad, ¿comprendes? -dijo McVries-. Hemos vendido nuestras almas por cuatro banalidades.
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- Yo comprendo qué es morir -dijo de pronto Pearson-. Ahora lo comprendo. No la muerte en sí, a eso todavía no llegó; pero entiendo qué es morir. Sí dejo de caminar, punto final.
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No traemos nada al mundo cuando nacemos, y seguro que tampoco nos llevamos nada al abandonarlo.
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Le vio luchar y se dio cuenta, un tanto aturdido, de que aquella lucha podía ser la suya una hora después, o al día siguiente.
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- Tienes que adoptar tu propio ritmo -insistió-. Tienes que concentrarte en ti mismo. Tienes que tener un plan.
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Le había dolido antes, de la peor manera, al advertir que él dejaría de existir mientras el universo seguiría girando igual que siempre, intacto e insensible.
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Pero era evidente que le había dolido. Le había dolido antes, de la peor manera, al advertir que él dejaría de existir mientras el Universo seguiría girando igual que siempre, intacto e insensible.
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La calzada le fascinaba. Sería tan fácil y maravilloso sentarse sobre aquel asfalto... Empezaría por ponerse en cuclillas, y las rígidas articulaciones de las rodillas crujirían con el sonido de una pistola de aire comprimido de juguete. Pondría luego las manos sobre la fría superficie rugosa y bajarías las nalgas hasta sentir que la gimiente presión de los setenta y tres kilos abandonaba los pies... Y luego tenderse, dejarse caer de espaldas y quedarse así, abierto de brazos y piernas, sintiendo cómo se estira la cansada columna..., contemplando el círculo de árboles y la majestuosa rueda de las estrellas...sin oír los avisos, mirando..., sólo mirando al cielo y esperando... esperando...
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¿De qué nacionalidad es Stephen King?