Malibú Renace

Fate strips up sometimes.

Quizás la vida de nuestros padres nos deje siempre una huella en el interior, quizás nuestro único destino sea sentir la tentación de revivir sus errores. Quizás, por mucho que lo intentemos, nunca podremos escapar de la sangre que corre por nuestras venas.

Al fin y al cabo, su familia había crecido. ¿Y no era ese el día que siempre esperabas con ilusión? El día en que por fin tus niños crecían y tu vida volvía a ser tuya.

No vengo de una familia muy adinerada. Pero creo que nuestras circunstancias de nacimiento no determinan hacia dónde nos dirigimos.

Nuestros progenitores viven dentro de nosotros, tanto si nos crían como si no, pensó Hud. Se manifiestan a través de nosotros por la manera en la que sostenemos un bolígrafo o nos encogemos de hombros, o por la manera en la que levantamos las cejas. Llevamos nuestra herencia en la sangre.

Puede que estuviera viviendo en una casa que nunca habría elegido. Puede que la hubiera dejado un hombre con quien ni siquiera recordaba por qué se había casado. Pero el Pacífico era su océano. Malibú era su hogar.

¿Cómo esperaban que hiciera cualquier cambio, grande o pequeño, si su familia siempre estaba allí para recordarle la persona que aparentemente había firmado que sería en un contrato irreversible?

...no quería estar solo en el mundo. Tenía uno de esos corazones que se encariñan con facilidad. Y quería encariñarse con ella. Parecía ser el tipo de chica ideal para encariñarse.

Pero la tierra rejuvenece, lista para volver a dar vida.
Destrucción. Y renovación, renaciendo de sus cenizas. Es el ciclo del fuego

Era como él si fuera una cama cálida y acogedora. Y Nina estaba completamente agotada.