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Esta novela contrapone las visiones de dos personas que se encuentran en dos etapas de la vida totalmente diferentes: la vejez de la abuela y la infancia de la nieta. Sin ser un libro de relatos, el libro se estructura en capítulos de cuatro o cinco páginas, narrando en cada uno alguna vivencia que ambos personajes tienen en la isla en el tiempo que dura un verano. La pequeña, que irradia ansia de aprendizaje y aventura, cuenta con su abuela como mejor acompañante para descubrir cada uno de los misterios que esconde su paisaje vacacional. Juntas recorrerán distintos rincones de su casa y el islote, aprendiendo sobre las plantas y flores que crecen allí, los cultivos, qué bichos son los que viven en el desván de la casa, e incluso viajarán en barca a otros islotes para conocer a otros habitantes de la zona. En cada una de las historias/vivencias habrá conversaciones aparentemente infantiles e inocuas entre ambas, pero que en realidad esconden mucha verdad sobre quiénes son ambas y cómo entienden la vida. La abuela disfruta volviendo al pasado de la mano de su nieta, recordando cómo fue su primera experiencia de acampada al aire libre, cómo eran los veranos cuando quién era un infante era el padre de la chiquilla. Mientras, la nieta quiere aprenderlo todo y no se conforma con algunas explicaciones de su abuela que le parecen infantiles, pero al mismo tiempo es muy sensible a cualquier eventualidad, teniendo la abuela que atender a sus rabietas como buenamente puede. Me ha parecido un libro tierno y muy real, creo que la autora consigue dar vida a ambos personajes con sus personalidades imperfectas y, al mismo, logra construir en la imaginación del lector una isla en la que todo es susceptible de ser descubierto a través de los ojos de ambos personajes. Y, como remate, el libro incluye pequeñas ilustraciones del estilo característico de la autora que casan a la perfección con la novela. Una obra muy recomendable. + Leer más |