- No puedo evitarlo cuando veo que la gente está asustada; siempre me entran ganas de asustarla aún más.
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- No puedo evitarlo cuando veo que la gente está asustada; siempre me entran ganas de asustarla aún más.
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"Nunca dejes que vean que te afecta - me decía Constance, y añadía -: Si les haces caso, será peor". Probablemente tenía razón, pero yo deseé que estuvieran muertos.
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Decidí escoger tres palabras poderosas, tres palabras que me protegieran; mientras esas grandes palabras no se pronuncian en voz alta no se produciría ningún cambio.
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–¿Qué lees, querida? Qué bonita imagen, la de una mujer con un libro. –Estoy leyendo El arte de cocinar, tío Julián. –Excelente. |
Me llamo Mary Katherine Blackwood. Tengo dieciocho años y vivo con mi hermana Constance. A menudo pienso que con un poco de suerte podría haber sido una mujer lobo, porque mis dedos medio y anular son igual de largos, pero he tenido que contentarme con lo que soy. No me gusta lavarme, ni los perros, ni el ruido. Me gusta mi hermana Constance, y Ricardo Plantagenet, y la Amanita phalloides, la oronja mortal. El resto de mi familia ha muerto
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En nuestra casa había libros, por supuesto; los libros ocupaban dos paredes del despacho de nuestro padre, pero a mí me gustaban los cuentos de hadas y los libros de historia, y a Constance le gustaban los de cocina.
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Me llamo Mary Katherine Blackwood. Tengo dieciocho años y vivo con mi hermana Constance. A menudo pienso que con un poco de suerte podría haber sido una mujer lobo... El resto de mi familia ha muerto.
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Qué bonita imagen, la de una mujer con un libro.
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Cuando era pequeña, pensaba que Constance era una princesa de un cuento de hadas. Yo siempre estaba intentando dibujarla, con una larga cabellera dorada y unos ojos tan azules como me permitía el lápiz de colores, y una mancha rosa y brillante en cada mejilla; los dibujos siempre me sorprendían, porque realmente se parecía; incluso en las peores épocas era rosa y blanca y dorada, y parecía que nada pudiera ofuscar su resplandor. Era la persona más importante de mi mundo, siempre lo había sido.
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-En la Luna tenemos de todo. Lechugas y pastel de calabaza y Amanita phalloides. Tenemos plantas peludas como gatos y caballos alados que bailan. Todos los candados son macizos y firmes, y no hay fantasmas. En la Luna el tío Julián estaría curado y el sol brillaría cada día. Tú llevarías las perlas de nuestra madre y cantarías, y el sol resplandecería siempre. -Me encantaría ir a tu Luna. |
Es un cuerpo creado a partir de la unión de distintas partes de cadáveres diseccionados, escrito por Mary Shelley a partir del reto literario de Lord Byron.