Lo no dicho es, en ocasiones, más importante. Porque pesa, porque no cabe por la boca, porque palpita en el silencio.
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Lo no dicho es, en ocasiones, más importante. Porque pesa, porque no cabe por la boca, porque palpita en el silencio.
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Lo no dicho es, en ocasiones más importante. Porque pesa, porque no cabe por la boca, porque palpita en el silencio.
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Mientras nos que de algo de tiempo y un mínimo de salud no renunciemos al placer de conversar, a la belleza de personas y obras, a las risas con amigos, a acariciar un perro.
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Hoy siento que tengo el deber de hablar de ella porque la conocí, la quise y su anillo brilla en mi anular mientras escribo. ¿Quién más la recuerda?
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La vida se corta. No avisa al llegar y disimula al irse, si quiere. Si le apetece. La vida no toca el timbre porque tiene llaves para entrar y salir, y un día, cuando a ella le da la gana, le hace copias a la muerte. Toma, le dice. Para que te vayas. Y va. Claro que va. Y vienen Bofetón de dolor. |
Me doy cuenta de que la pobreza, hasta bien alimentados, se queda en la piel. No dejamos de ser pobres ni con dinero.
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Donde esté tu madre está tu casa.
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No todo pasa. La vejez ha venido para quedarse. Y me entristezco todavía más por haberlo sabido tantos años después.
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Me doy cuenta de que la pobreza, hasta bien alimentados, se queda en la piel. No dejamos de ser pobres ni con dinero. |
Supongo que mi padre se arrepintió, como debió de arrepentirse de todo toda la vida. Pero era terco, con esa tozudez del que no cede por que cree que es menos hombre, como se decía entonces. Y fue de esos que comprendieron, herencias recibidas, que tenerle miedo al padre era igual que respetarlo. |
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