Una soledad demasiado ruidosa

Bohumil Hrabal no deja de sorprenderme.

Tras la experiencia de leer Trenes rigurosamente vigilados, supe que volvería a su obra, supe que estaba ante un autor especial, capaz de meter un universo entero en pocas páginas.

He reído y he sentido una nostalgia infinita. He amado esos momentos en los que parece que el propio Kafka le entrega el testigo y Hrabal lo toma y comienza a andar a su propio ritmo por esos caminos de ensoñación y realidad.

Un hombre trabaja en una fábrica prensadora de papel. Ese hombre se encarga de la máquina que convierte todo aquello en balas enormes. Pero nuestro protagonista es un hombre especial, un hombre que realiza un ritual con cada bala creada. Ellas contienen libros que deben ser destruidos, conocimientos que terminan en el reciclaje. Hanta es un hombre culto, un hombre que rescata algunas obras y las regala o almacena en casa. Su colección parece engullirlo y aplastarlo, pero lo mantiene vivo, vivo más allá del acto de respirar y trabajar. Vivo en toda su magnitud.

Una soledad demasiado ruidosa, un título hermoso, para una historia que reconoce la belleza de la vida, de las cosas, la belleza en toda su tragedia, la belleza en los lugares y circunstancias menos probables.

Los tiempos cambian. La vida pasa. La nostalgia está muy presente en este libro. Hanta habla con la nostalgia; los lectores la sentimos en cada parte de nosotros.

Ironía, humor, tristeza ante el paso del tiempo. Un personaje entrañable que mira al mundo de una forma particular y hermosa. Hay frases, momentos, que se quedarán grabados.

El amor a los libros, a las ideas. Las grandes ideas flotando entre nosotros. Ideas que aclaran, ideas que confunden, pero que siempre nos tocan, que cambian al mundo. Las ideas no se destruyen. Las ideas nos muestran lo que somos desde todos los ángulos posibles. Las ideas nos hacen felices, pero también nos hacen mirar al abismo. Las ideas viven y perduran más allá del continente hecho polvo por aquella vieja máquina.

Momentos reveladores, como el de la antigua amante que sirve de modelo para un escultor que la inmortaliza como un ángel. Una reflexión brillante sobre el paso de la vida, la búsqueda que quizás no debió ser, que probablemente no sirvió de nada, pero cuyo recorrido valió la pena.

Situaciones que parecen ensoñaciones, situaciones que parecen pequeñas tragedias, íntimas, pero que nos llevan por terrenos del pensamiento que son infinitos y atemporales.

Un autor increíble. Un libro corto, pero inmenso.

Bohumil Hrabal forma parte de esa proliferación cultural que hay en la República Checa durante la dominación soviética 1948-89. Esta obra ve la luz en un período de "relajación" y para el autor representa su obra más significativa.

El protagonista, Hanta, trabaja en una trituradora de papel, destruyendo libros, al igual que al autor en un período de su vida.

En esta novela se mezcla el sinsentido de la destrucción de estas obras imperennes. Pero también se vale de ellas para entender, ó cuando menos mostrarnos lo que ocurre en la Praga de la época, mezclándola con capítulos de su vida. 

Lo que para unos sería un trabajo tedioso y frustrante, para otros se convierte en un juego de búsqueda del tesoro. Revolviendo entre todo aquello que la sociedad desecha, un amante de los libros puede encontrar toda la sabiduría que el mundo ha expuesto y a la que la mayoría hace oídos sordos. Un pequeño gesto puede embellecer el más anodino de los objetos. Un hombre pequeño puede albergar dentro de sí las palabras necesarias para sobrevivir.
Y cuando el progreso llegue para tratar de borrad su huella, él paseará por las calles de Praga recordando a los hombres y mujeres que conoció, los libros que rescató de la quema y el vuelo de una cometa que un día amenazó con llevarlo hasta el cielo.

El desgarro silencioso y la desolación interior del protagonista, que destruye, cada día, lo que más ama para poder subsistir, contrastan con la belleza ardiente y una especie de corporeidad extraña y muy vívida con la que está escrita esta historia. Todas las grandes preguntas que sitian la condición humana: nuestra fragilidad, la fugacidad de la vida, la naturaleza absurda de nuestra propia existencia, brotan de la lineas de una prosa brutal. Hrabal es , sin dudad, un gran maestro.

Hermoso. La pluma de Hrabal es magnífica, tiene una manera de narrar que mezcla lo hermoso, lo bello y delicado con lo feo, lo monstruoso, en este sentido Una soledad demasiado ruidosa es un libro muy grotesco, lleno de risa nerviosa, de contrastes y de opuestos, lo bello de los libros y lo feo de la sangre y las ratas aplastadas. En narrador, Hanta, es un lector inusual, extraño, fetichista en algún punto, culto a pesar de sí mismo, como suele decir. Hanta le da una vuelta de sentido interesante a su trabajo, que consiste no solo en prensar libros sino en prensar basura, ratones, etc., encuentra en este trabajo, en su soledad demasiado ruidosa, una manera de estar cerca de aquello que ama, los libros, el arte en general. Su adicción a la cerveza le permite, mientras trabaja, imaginar y adorar la Grecia clásica, ver a Jesús y a Lao-Tse, en fin, viajar a otras realidades. Hanta es un Quijote en Praga.

Una soledad Demasiado Ruisadosa, libro que para lo que amamos leer nos puede resultar en una declaración de amor a los libros.

Esta historia gira en torno a un prensador de papel que ve en los libros su fiel compañía, porque cuando le llega papel para ser destruido y prensado rescataba aquellos bellos libros que han ido alimentando a la humanidad.

El personaje es un ser enigmático que lo acompañan sus libros y sus cervezas y la lectura de los mismos, su trabajo lo desempeña con amor y laboriosidad y siente que son esos ellos su eterna compañía.

Este libro nos muestra la vida taciturna de su personaje, la tristeza de ver como los libros han sido destruidos en medio de una guerra y su culpa lo lleva a pensar que el debe ser condenado a la cárcel.

El final es triste y escalofriante pues con la llegada de la automatización llega también la insensibilidad a la destrucción y a la falta de compromiso de los nuevos prensadores quienes sólo ven en su trabajo un medio de sobrevivencia y no como él, que lo veía como una compañía y el rescate de verdaderas joyas que se volvieron sus fieles escuderos.

Una novela breve, de ocho capítulos, en general, no muy largos, sin ningún punto y aparte. Los primeros me parecieron interesantes, luego fui perdiendo el interés, hasta terminarlo a trompicones. La seguidilla de oraciones seguidas unas tras otras, sin punto que las espaciase logra su cometido: mostrar la angustia existencial del personaje central, Hanta, pero no fue suficiente para esta lectora, aunque me gustaron muchas de las reflexiones del autor y la cita que hace de los clásicos.

Me ha parecido una obra maestra de la Literatura del XX. Entronca con los temas clásicos (la sátira, la ironía, la alegoría, el mundo kafkiano - capítulo 8-, el contraste "tonto-sabio" de tradición popular...).

Hant'a recuerda al "tonto" del buen soldado Svejk, de Hasek. El personaje de Hrabal es víctima de los acontecimientos políticos e históricos: el nazismo y el comunismo atroces. ¿El refugio? La Literatura, el Arte, la belleza... Todo pasado por el filtro "beodo", alucinógeno, sarcástico, poético e ilusorio. Hrabal es heredero de las corrientes absurdo-existencialistas, pero, sin suda, esta novela es un canto de amor hacia la Literarura y a la Cultura.