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Una soledad demasiado ruidosa de Bohumil Hrabal
Cuando murió mi madre, lloré por dentro, pero por fuera tenía los ojos secos. Al salir del crematorio vi que el humo trepaba por la chimenea hacia el firmamento, era mi madre que subía al cielo, y yo, que ya hacía diez años que trabajaba en mi cueva con papel viejo, bajé a la cueva del crematorio y me presenté diciendo que yo hacía aquel mismo trabajo, solo que en vez de cadáveres humanos liquidaba cadáveres de libros, [...].
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