Señor Kafka: y otros cuentos de Bohumil Hrabal
Una cadena pulida a manos de los obreros, eslabón tras eslabón, destellaba a la luz de tiras y cintas de sol que brotaban de las celosías en las torres de ventilación de la acería. Casi rozando el techo se alzaba una grúa, en cuya cabina dormitaba una gruista, su brazo blanco extendido y su cabeza decolorada apoyada en el codo. Un haz de luz seccionaba tanto el brazo como la cabeza.
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