Trenes rigurosamente vigilados de Bohumil Hrabal
… y de algún sitio en las uñas de las manos y los pies corría hacia mi cerebro un espasmo resplandeciente, de pronto todo era blanco, después gris, luego marrón, como si el agua hirviendo se hubiera retirado y se volviese fría, y en la espalda sentí un agradable dolor, como si alguien me hubiera clavado un clavo de albañil.
|