-Podría revisar tu máquina con los ojos cerrados, pero me lo prohíbe mi religión - siseó en un tono que era más bien amenazante, aunque el médico no se amedrentó y lo encaró.
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-Podría revisar tu máquina con los ojos cerrados, pero me lo prohíbe mi religión - siseó en un tono que era más bien amenazante, aunque el médico no se amedrentó y lo encaró.
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Ella es un ángel, y nosotros no somos más que una jodida arma de destrucción masiva.
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―Ya eres bastante mayorcito para cuidarte solo ―se mofó. ―¿Lo dices por el ataque que sufriste la otra noche? ―le cuestionó su hermano con cierta severidad. ―Fue simple casualidad, ya lo sabes ―le respondió, aunque a decir verdad no hacía falta. |
Creo que la novela se define sola con ese reencuentro entre ellos, cuando cierto mecánico descubre que su doctora lo recuerda; y cuando vecen todos los obstáculos de inseguridades y verdades para luchar por ese amor que los une como una unidad contra ese inminente juicio final de la humanidad.
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―Malnacidos ―masculló enfurecido―. ¿Creéis que me habéis vencido? ¡Esto es solo el inicio de vuestro fin! ¡Los Aghaidh nos alzaremos para ostentar el Poder Supremo!
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―Deja que alguno de nosotros te acompañe ―le repitió Acras. ―Siempre nos hemos cubierto las espaldas ―lo apoyó Cogadh. |
Y unidos desatarían el Apocalipsis…
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No existen las causas perdidas, sino personas que se rinden con facilidad
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Tomó el rostro masculino entre sus manos. ¿Eran lágrimas eso que brillaba en su azul glacial? Lo vio cerrar los ojos con fuerza, y hasta ella llegó una ola de vulnerabilidad que jamás esperó de ese hombre.
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No obstante, cuando alcanzaba la puerta, aquel desconocido que había entrado en su vida como un vendaval para salir de ella de igual modo, se giró a observarla, y en sus ojos leyó un tormento, una lucha interna que la dejó paralizada; era como si le costara un esfuerzo sobrehumano alejarse de ella, como si perdiera la mitad de su existencia al irse de allí.
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¿Cómo se llama la protagonista del libro?