Todos los veranos del mundo es la última publicación de novela feelgood de
Mónica Gutiérrez, aunque esta vez algo distinta a las anteriores.
Comenzando a leer nos encontramos con Helena, una abogada acostumbrada a su vida monótona centrada en el trabajo y sin altibajos, que vuelve en verano a Serralles, su pueblo natal, para casarse.
El contraste es evidente desde el primer momento: Helena es como una oveja negra en medio de un rebaño. Sin embargo, la magia comienza con el reencuentro con sus familiares y una persona especial de la infancia, que harán que Helena vaya deshaciéndose de esa aburrida coraza y asome sus verdaderos deseos de su interior. Así podremos ver como Helena va renunciando a su "yo seguro", arriesgándose a vivir de manera alegre y divertida y apartando el miedo a un lado.
La novela es bastante cortita, fresca e ideal para internarse en la historia y dejarte llevar hasta Serralles. Como siempre, la narración de Mónica es el punto fuerte del libro. Qué fácil es transportarse con los detalles que destaca, sentir el olor de la biblioteca voladora acompañada del té humeante que se sirve. Qué gusto ver todas las referencias literarias cuando eres una bibliófila lectora.
En cuanto a personajes, a mi me ha gustado mucho la relación de Helena con su hermano Xavier y las relaciones que este le hace con Helena de Troya. Han sido escenas bonitas y muy bien ambientadas.
Como ya he comentado en anteriores reseñas, las novelas de Mónica son un must en mi estantería. No me pierdo ni una y cada historia es dulce, mágica y agradable de leer.
Realmente la recomiendo si te apetece evadirte, disfrutar de una historia bonita y ambienta o incluso si estás en un bloqueo lector y no sabes cómo volver a tu rutina lectora.
Espero que os animéis a conocer Serralles de mano de Helena y personajes encantadores (aunque algunos no tanto, si se trata de un Vikingo).
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