El bestiario de Axlin

Entonces le mostró el libro con detalle y le habló de la escritura, de cómo se podía plasmar información en aquel objeto mediante un código que otras personas compartían; de cómo los hechos, los pensamientos y las conversaciones podía ser descritos allí para que otros los interpretasen tiempo después.

Sin embargo, hay algunos monstruos que se parecen mucho a los humanos

No sabía si viviría para contemplar un nuevo amanecer, pero había decidido arriesgarse para averiguarlo.

Aquel parecía un mundo totalmente distinto que, apenas unos meses atrás, Axlin habría creído que solo existía en los sueños más hermosos y los más locos delirios.

-Sí, ya veo que encontraste algo muy interesante-comentó entonces Draxan, jocoso-.Y no precisamente un monstruo, ¿eh?
El escolta soltó una carcajada. Axlin no respondió.

-Puede que seas capaz de capturar a un velludo tú solo, pero esto-añadió señalando su libro- puede llegar a cambiar la vida de mucha gente. Yo al menos corro el riesgo de viajar por los enclaves para compartir lo que aprendo con otras personas; dime, ¿qué haces tú? Te escondes en una aldea abandonada, cazas monstruos por deporte y coleccionas sus cráneos. Muy útil, desde luego.

-¡Buen tiro, Axlin! Pero ¡te gano cinco a uno!
-¡Y yo ya llevo ocho, perdedores! ¡No tenéis nada que hacer contra mí!

Todos esos monstruos, todas esas formas horribles de matar gente. Tantas criaturas espeluznantes que andan sueltas por ahí... Todos nacemos y crecemos rodeados de monstruos. Forman parte de nuestro mundo.

A Axlin aún le costaba asimilar que tuviera que defenderse de otras personas en un mundo donde los monstruos las devoraban a centenares, pero había aprendido que la Ciudadela causaba un extraño efecto en la gente.

Había sido así desde que tenía memoria, y por esa razón nunca se había planteado la posibilidad de que pudiera existir otro tipo de horrores más allá de la empalizada del enclave en el que vivía.