Como bien nos relata la propia autora en el prólogo, ésta fue su primera novela, la cual fue editada y publicada en los años noventa del siglo pasado, pero quedó descatalogada y en el olvido general. Ahora Anagrama la recoge en esta nueva edición y nos la acerca una vez más. La historia es puramente la esencia de Mariana Enríquez: oscura, siniestra, macabra, con personajes y situaciones que te dejan helada. No sé cómo lo hace la autora, pero por muy desagradable que sea la escena que estás leyendo te engancha tanto que no puedes dejarla a un lado. ¿Cómo es posible que algo horrible y repelente sea adictivo al mismo tiempo? Pocos escritores consiguen este efecto, y con Marina Enriquez me ha pasado cada vez que la he leído. Unos personajes decadentes no suelen ser los más adecuados para sentirse empatizada con su historia pero esto no es lo que la autora pretende. Ella nos muestra cómo es el mundo de la drogadicción, cómo las personas que sucumben a las drogas y al alcohol destrozan su vida poco a poco y se van quedando solas. No obstante, a causa de la narración tampoco se puede sentir lástima por Facundo, Narval o cualquiera de los prostitutos y drogadictos que aparecen en este libro. La historia acontece en el Buenos Aires de los años 90 del siglo XX, una época en la que todavía la sociedad no era demasiado inclusiva en lo que a temas de sexualidad se refiere. Por ello aunque la relación de Facundo con Narval se describe con muchísima naturalidad, no deja de mostrar también la otra cara de la moneda, el desprecio con el que mucha gente les trata por la calle por el simple hecho de ir paseando de la mano. En este libro se describen también numerosas escenas bastante desagradables. Quizá no me han costado tanto las que tienen que ver con la droga y su consumo sino más bien las de las alucinaciones que tiene Narval. Además de ser macabras y feas, la sensación de agobio que describe la autora es sobrecogedora. Es una emoción que te corta la respiración y no te deja hasta un rato después de haber leído ese pasaje en concreto. La sensación se repite varias veces durante el libro y aunque las alucinaciones parecen avisar a este personaje no dejan ni agobiarle ni a él ni al lector. En conjunto, se trata de una lectura que engancha, pero me parece que Mariana Enriquez es una autora muy especial, y no creo que le pueda terminar de gustar a todo el mundo. No obstante, me parece que se debe de dar una oportunidad para ver si encaja o no su narrativa con el tipo de lectora que seas. Yo no suelo leer libros de este tipo, pero como he dicho ya, este me ha enganchado. + Leer más |