Maurice

Maurice es de esas lecturas que necesitan ser reposadas cuando finalizan. Lo necesitan porque su lectura es tan intensa, atrapa de tal manera que acabas el libro con el corazón latiendo fuerte y la sangre alterada.

La historia de Maurice es trágica a ratos, tierna en otros, difícil, controvertida. Ser homosexual en la Inglaterra de inicios de siglo XX lo era. Acompañamos al personaje en un viaje de descubrimiento personal, en el que su lucha contra lo que es y lo que desea convive con su anhelo de amar y ser amado.

No quiero contar mucho más porque creo que Maurice es una obra que se disfruta más y mejor yendo a tientas. Sólo dos apuntes sobre lo que hace de este un libro que merece la pena ser leído:
En primer lugar, la prosa de Forster, ligera, bella, envolvente. Diálogos precisos, reflexiones certeras, capítulos cortos y sucesos concisos.
En segundo lugar, los personajes masculinos. Sus tres protagonistas representan de formas distintas los diferentes estamentos de la sociedad inglesa de inicios de siglo: Clive, la burguesía intelectual heredera de Cambridge, que mantiene sus ideales en el plano teórico, pero qué cumple con los estereotipos sociales.
Alec, la clase obrera harta de ser sometida y despreciada, que sin grandes ideales lucha y salta y se atreve a romper, no sin miedo, con lo establecido.
Y Maurice...Maurice. La alta burguesía, clasista, mediocre, acomodada...a la que la vida enfrenta con una realidad que hace tambalear todo aquello en lo que cree y tiene. Un protagonista con el que no siempre es fácil empatizar y con el que, sin embargo, es imposible no hacerlo. Perdido. Confuso. Amedrentado. Tiene que sufrir él mismo la violencia de la sociedad para darse cuenta de lo que supone perder (o no tener) ciertos privilegios.

No puedo más que recomendar su lectura, un libro que se atreve a hablar de lo que nadie se atrevía en 1917 y que tuvo que esperar 70 años para ver la luz.

Se me complica un poco reseñar un libro que no me gustó del todo, pero que al mismo tiempo no puedo descifrar el porqué exactamente, y también la pase bien leyéndolo.
Creo que fueron dos o tres cosas las que hicieron que amargara un poco la lectura.
Dentro de todo es una historia bastante completa por más de que no pase mucho.

Es básicamente el crecimiento de Maurice hasta encontrarse a sí mismo, desde su infancia, hasta la universidad y su primer amor.

Maurice fue demasiado misógino para mi gusto (si si, es un trabajo de su época) pero el hombre no solo criticaba a las mujeres, sino que también a cualquiera que él considerada inferior a él. Después de 70 páginas se vuelve bastante repetitiva esa situación.
Esto es un problema cuando en la historia en si no pasa mucho, porque más que nada se basa en el crecimiento de este personaje.

Más allá de eso, no lo considero un mal personaje. Claro que tiene sus momentos dudosos y en donde me gustaría preguntarle por qué hace ciertas cosas, pero la lucha contra su sexualidad y ver como intentaba cambiar fue bastante impactante en ese sentido. Me gustó ver el crecimiento de este personaje después de todo eso por mas que el no me agrade mucho en si

Clive fue el que más me sorprendió cuando cambió de actitud completamente, y es una pena porque me agradaba mucho. No llegue a odiarlo ni nada, solo que me terminó decepcionando su actitud. No digo que uno no pueda estar confundido sobre quién es o qué es lo que quiera, pero hay formas y formas en hacer las cosas.

Hay charlas interesantes sobre la religión y la sexualidad, fue curioso ver todos estos puntos de vista. Justamente la complejidad de todos estos personajes fue lo que más resonó y por que terminó gustándome mas que la historia en si.

Por algún motivo no me esperaba un final feliz, y si bien no sería uno en el “método tradicional” no es un mal final y creo que termina siendo lo mejor para todos, aunque me doliera un poco ver esa resolución.

Sorprendente todo lo que puedo lograr con un libro de solo 200 páginas.

También puedo apreciar el riesgo que tuvo esta novela cuando fue publicado.

Creo que pertenezco al género de los románticos. O al menos antes lo era. Ahora crece en mí más el cinismo del tiempo pasado, o advierto con mayor claridad la realidad diaria. Sin embargo, conservo en mi interior al menos una ligera brisa de lo que, antaño, era casi un huracán de sentimientos apasionados, graves e inocentes.Maurice_novel

Hoy, revisando la biblioteca, aparte de darme cuenta de la ausencia de libros prestados un día y nunca más devueltos, reparé en Maurice. Y, al abrirlo, cayeron en mis manos algunos pétalos de rosa. Su contemplación hizo que mi mente, y mi entera realidad, viajase al día en que leí este hermoso libro, hace unos catorce años (la tradición romántica también procuraba reseñar el mes y el año en que estos hechos se producían.) Y el viento de mi juventud, los sentimientos sentidos, y el asombro de la belleza llegaron a mí de repente conforme revisaba las hojas de este librito.

Escrito en 1913 por E. M. Forster (1879-1970), y de publicación póstuma en 1971, la historia de Maurice y Clive, tortuosa, tierna y, finalmente, tan cínica como cualquier amor que una vez creímos real, seguía allí, tan verde, tan poderosa y tan entusiasta como siempre. Ese es el milagro de las buenas historias contadas con magistral encanto.

Maurice es una novela muy profunda, pero es en su aparente ligereza en donde se encuentra encerrada su magia. No es una historia fácil; quiero decir con esto que la historia de su protagonista, Maurice, es dura y tierna, tortuosa y, por sobre toda las cosas, con esa inasibilidad del destino, única y esperanzadora. Y Maurice es un gran libro, como fue una excelente película, porque, a pesar de los muchos pesares y desaires que Maurice sufre a lo largo de sus páginas, el destino cruel de aquellos que se atreven (o que simplemente son) distintos, sólo le lega una felicidad absoluta como el cielo despejado y el mar en calma. Maurice nos gusta porque puede ser cualquiera de nosotros, enfrentado al amor y al desamor, a la burguesa aventura del día a día, a la caída, y finalmente a la recuperación y, por qué no decirlo, al incierto camino de la felicidad. Y Alec, con su espíritu salvaje y tierno, tiene mucho que ver con ello.

Además, como muchas otras obras de E.M. Forster, es un magnífico y satírico retrato de la sociedad inglesa de la época; cuya desaparición, aún incompleta, estalla en sus últimos estertores en los días que vivimos… Y para todos aquellos que, como Maurice, se enfrentan a sus fantasmas y logran aceptarlos, su final brinda un sabio sosiego y una súbita esperanza, que se dibuja en una espléndida sonrisa cuando la última página del libro cierra su historia para siempre.


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