Coketown era una ciudad de ladrillos rojos, o de ladrillos que habrían sido rojos si el humo y las cenizas lo hubieran permitido
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Coketown era una ciudad de ladrillos rojos, o de ladrillos que habrían sido rojos si el humo y las cenizas lo hubieran permitido
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El bosque flotaba ante ella, pues tenía los ojos bañados en lágrimas. Manaban de una profunda azanca, largo tiempo oculta, y el corazón le rebosaba de una pena aguda que no encontraba alivio en ellas.
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Si algunos me han entendido mal, tampoco yo he conseguí entender bien a todo el mundo.
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Pero cuando [el demonio] se presenta ataviado, elegantizado y pimpante con todos los requisitos de la moda; cuando se presenta hastiado del vicio y hastiado de la virtud, cansado de oler a azufre y cansado de oler a gloria, entonces sí que es un verdadero demonio, lo mismo si se dedica a manejar el rojo balduque que a avivar el rojo fuego.
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Tenéis que suprimir por completo la palabra imaginación. La imaginación no sirve para nada en la vida.
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Su trama cuenta la historia de un hombre avaro y egoísta llamado: