—Aún me siento triste, pero has proporcionado a mi amargura una riqueza y una profundidad que nunca había poseído. Apartó el rostro, ruborizándose. |
—Aún me siento triste, pero has proporcionado a mi amargura una riqueza y una profundidad que nunca había poseído. Apartó el rostro, ruborizándose. |
Si puedes contemplar la muerte como algo menos ajeno y menos desprovisto de referencia, tu sentido del yo en relación con ella disminuirá, y también tu miedo.
|
(…) había iniciado apenas la treintena, pero gozaba de una visión hábil y adiestrada para adivinar los desastres semiocultos que integran una vida.
|
—¿Y si la muerte no fuera otra cosa que ruido? —Un ruido eléctrico. —Que oyéramos eternamente. Un ruido omnipresente. Qué horror. —Uniforme, de fondo. |
—Resulta muy extraño. Padecemos estos miedos terribles, profundos y constantes en torno a nosotros mismos y a la gente que amamos y, sin embargo, vamos de un lado a otro, charlamos con la gente, comemos y bebemos. Nos las arreglamos para funcionar. Nuestros sentimientos son profundos y reales. ¿Acaso no deberían bastar para paralizarnos? ¿Cómo es posible que sobrevivamos a ellos, al menos durante un tiempo? Conducimos un automóvil, impartimos una clase. ¿Cómo es que nadie advierte cuán atemorizados nos hemos sentido la noche anterior o esa misma mañana? ¿Se trata de algo que todos ocultamos entre nosotros por acuerdo mutuo? ¿O quizá ocurre que compartimos el mismo secreto sin saberlo? ¿Qué llevamos el mismo disfraz?
|
—¿Cómo puedes estar segura de que es la muerte lo que temes? La muerte es algo demasiado vago. Nadie sabe en qué consiste, qué se siente ni cómo es. Tal vez tienes tan sólo un problema personal que sale a la superficie adoptando el aspecto de un grandioso tema universal.
|
—Pensabas que mi padecimiento sería más específico. Ojalá lo fuera, pero una persona no se pasa meses y meses buscando el modo de arrinconar la solución a un problemita cotidiano sin importancia.
|
—Aquí no estamos hablando del disgusto que pueda producirte mi silencio. Estamos hablando de mi sufrimiento y de mis intentos por poner fin a él.
|
(…) Se me ocurrió que el acto de comer constituye la única forma de profesionalismo que la mayoría de la gente llega a alcanzar en su vida.
|
Su cuerpo se convirtió en el instrumento de mi resolución, de mi silencio. Entrada la noche, repté hacia sus pechos, hundiendo los labios en ese espacio inspirado en el dique seco al que acudiría un submarino para su reparación. Extraía valor de sus pechos, de sus labios cálidos, del roce de sus manos, del contacto imperceptible de las puntas de sus dedos sobre mi espalda. Cuanto más ligero el contacto, más resuelto me sentía a evitar que lo supiera. Tan sólo su propia desesperación hubiera logrado quebrar mi voluntad.
|
Cual es el nombre completo de Dumbeldore?