Ruido de fondo de Don DeLillo
Su cuerpo se convirtió en el instrumento de mi resolución, de mi silencio. Entrada la noche, repté hacia sus pechos, hundiendo los labios en ese espacio inspirado en el dique seco al que acudiría un submarino para su reparación. Extraía valor de sus pechos, de sus labios cálidos, del roce de sus manos, del contacto imperceptible de las puntas de sus dedos sobre mi espalda. Cuanto más ligero el contacto, más resuelto me sentía a evitar que lo supiera. Tan sólo su propia desesperación hubiera logrado quebrar mi voluntad.
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