Si, como acostumbra a decirse, la sociedad actual se divide en dos, ella está del lado de los recalcitrantes. De los que se niegan a ser vigilados como pollos criados en serie e inventariados como paquetes de pasta, de los que han renunciado, en la medida de lo posible, a todo lo que permita conocer sus gustos, sus amistades, sus horarios y sus actividades, de los que no pertenecen a ninguna red social, a ningún grupo, y prefieren abrir libros y periódicos antes que páginas de Google. Desconectados.