Don Quijote de la Mancha

Del poco dormir y del mucho leer se le secó el cerebro de manera que vino a perder el juicio.

—Ahora digo yo —agregó don Quijote— que el que lee mucho y anda mucho, ve mucho y sabe mucho.

Y como el Cura dijese que los libros de caballerías que don Quijote había leído le habían vuelto el juicio, dijo el ventero:
-No sé yo cómo puede ser eso; que en verdad que, a lo que yo entiendo, no hay mejor letrado en el mundo, y que tengo ahí dos o tres dellos, con otros papeles, que verdaderamente me han dado la vida, no sólo a mí, sino a otros muchos; porque cuando es tiempo de la siega, se recogen aquí las fiestas muchos segadores, y siempre hay algunos que saben leer, el cual coge uno destos libros en las manos, y rodeámonos dél más de treinta, y estámosle escuchando con tanto gusto, que nos quita mil canas; a lo menos, de mí sé decir que cuando oyo decir aquellos furibundos y terribles golpes que los caballeros pegan, que me toma gana de hacer otro tanto, y que querría estar oyéndolos noches y días.

La razón de la sinrazón que a mi razón se hace, de tal manera mi razón enflaquece, que con razón me quejo de la vuestra fermosura

para remediar desdichas del cielo los bienes de fortuna suelen servir poco.

No huye el que se retira.

... pues no es justo ni acertado que se cumpla la voluntad de alguien si lo que ordena va fuera de todo razonable discurso.

—Yo sé quién soy —respondió don Quijote—, y sé que puedo ser, no solo los que he dicho, sino todos los Doce Pares de Francia, y aun todos los nueve de la Fama, pues a todas las hazañas que ellos todos juntos y cada uno por sí hicieron se aventajarán las mías.

𠅎so creo yo muy bien 𠅍ijo el cura—, que ya yo sé de esperiencia que los montes crían letrados y las cabañas de pastores encierran filósofos.

¡Oh envidia, raíz de infinitos males y carcoma de virtudes! Todos los vicios, sancho, traen un no sé qué de deleite consigo, pero el de la envidia no trae, sino disgustos, rencores y rabias.