Al que sólo vive por periodos, le falta la envergadura, la trascendencia, el sentido de la totalidad. Vive en fragmentos, fragmentos sosos, pequeños, insustanciales. Al final todo le resulta demasiado breve.
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Al que sólo vive por periodos, le falta la envergadura, la trascendencia, el sentido de la totalidad. Vive en fragmentos, fragmentos sosos, pequeños, insustanciales. Al final todo le resulta demasiado breve.
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Sólo hay una consecuencia lógica de tres letras. Tantas veces hemos temblado de pensar en ella… Tanto tiempo la hemos aplazado, disimulado y evitado… Ahora nos ha salido al encuentro y me toca a mí anunciarla: FIN.
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Para mí, este largo silencio fue necesario. (Tal vez nunca tendría que haberlo roto). Fue necesario para preservar nuestra experiencia irrepetible, para conservar toda la vida nuestro entrañable, estrecho e íntimo no encuentro. Lo llevamos al extremo. Era imposible seguir. No hay continuación, tampoco, mejor dicho, menos aún tres trimestres después. ¡Haz el favor de ver las cosas como yo! Conservemos lo que fue. Y dejémoslo así; si no, lo destruiremos.
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Yo soy distinta. No siento en paralelo. Siento de manera lineal. Y amo de manera lineal. Uno después de otro. Pero siempre de uno en uno.
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(...) todo lo que me rodea está cambiando, sólo estas letras siguen siendo las mismas. Me hace bien aferrarme a ellas. Tengo la sensación de que al menos así soy fiel a mí misma. No hace falta que me contestes. Creo que incluso es mejor que no lo hagas.
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Desde que te vi, te admiro diez veces más por la seguridad con que eres capaz de ironizar sobre tu inseguridad.
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Su estado de felicidad me motiva. Quiero seguir viéndola como la he visto estos últimos días. Y quiero que ella me siga mirando como me mira desde hace unos días. Me mira como a un hombre que tiene la capacidad de dárselo «todo». No, no es la capacidad, es sólo la disposición. En medio hay ilusión. Quiero conservarla por un tiempo. ¿Para qué merece la pena vivir si no es para las ilusiones de «todo»?
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Lo que siento por ti no afecta en nada lo que siento por ella. Una cosa no tiene nada que ver con la otra. No compiten. Tú y ella sois dos personas muy diferentes. La relación que tengo contigo es muy diferente a la que tengo con ella. Dentro de mí no hay un cupo fijo de sentimientos que pueda repartir entre distintas personas que significan algo para mí por distintos motivos. Cada una de las personas que me importan es algo aparte y ocupa su propio sitio dentro de mí. Lo mismo ocurre contigo.
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De todos modos no estoy dispuesto a perderte. Tengo tanto de ti en mí… Siempre he sentido que me enriquecías. Cada impresión sensorial de Emmi es una partida que se acredita en mi cuenta. Para mí, despedirme de ti sería dejar de pensar en ti, no sentir ya nada al pensar en ti. Créeme, estoy muy lejos de despedirme de ti.
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(...) ¿volverías a hacerlo?, ¿volverías a contestarme?, ¿volverías a mantener correspondencia conmigo de la misma manera, con la misma intensidad, con el mismo esfuerzo emocional?, ¿«lo» harías a pesar de saber cómo acaba?
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¿Quién escribió la saga?