Cada siete olas de Daniel Glattauer
Para mí, este largo silencio fue necesario. (Tal vez nunca tendría que haberlo roto). Fue necesario para preservar nuestra experiencia irrepetible, para conservar toda la vida nuestro entrañable, estrecho e íntimo no encuentro. Lo llevamos al extremo. Era imposible seguir. No hay continuación, tampoco, mejor dicho, menos aún tres trimestres después. ¡Haz el favor de ver las cosas como yo! Conservemos lo que fue. Y dejémoslo así; si no, lo destruiremos.
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