La nieta del señor Linh

Camina por la acera con cautela. Acurrucada en sus brazos, la niña no se mueve. Está tan tranquila como siempre. Tan tranquila como el alba cuando despunta y poco a poco disipa la noche que envolvía la aldea, los arrozales y el bosque con su manto de tinieblas.

Le sonríe. Se esfuerza en transmitir muchas cosas en esa sonrisa, más cosas de las que ninguna palabra podrá contener jamás.

Pero el tiempo pasa y hiere el alma del anciano, y le roe el corazón y le acorta el aliento.

Abandonar el barco es como abandonar definitivamente lo que todavía lo une a su tierra.

Es el comienzo de una primavera muy hermosa.

Assegut en aquest banc que ha esdevingut, un indret petit i familiar, talment un tros de fusta al qual s'hagués aferrat al bell mig d'un gran torrent, turbulent i mai vist. I escalfa, estrenyent-lo contra el pit, l'últim plançó del brancam, que ara dorm un son sense por, sense melangia ni tristesa, aquell són de nadó retip, feliç de retrobar l'escalfor i la flongesa tèbia de la pell estimada i la carícia d'una veu amorosa.

No es posible volver a lo que se ha perdido

Le pesa demasiado. Demasiadas derrotas y demasiadas huidas. Qué es la vida sino un collar de heridas que cada hombre se cuelga del cuello?

Es como si sus ojos fueran de plomo y lo arrastraran a la contemplación de ese suelo que no es el de su país, que nunca será el suyo, sobre el que se ve obligado a avanzar como un condenado a marchas forzadas.

La vida pasa deprisa y convierte los tiernos capullos de loto en grandes flores abiertas a orillas de los lagos.