¡Era demasiado!...! ¡La verdad es que era demasiado! No había esperado de los Angkatell semejante vulgaridad. La larga caminata por la carretera, el desencanto sufrido al llegar a la casa. Y, ahora, ¡esto! ¡El pervertido sentido del humor de los ingleses! ¡Oh, lo aburrido y molesto que se sentía! La muerte para él no tenía nada de graciosa. Y he aquí que le habían preparado, como una broma, una escena novelesca. |