Para ser indulgente basta con pensar en cuántas circunstancias ajenas a nosotros influyen sobre la temible alternativa de la delicadeza o la depravación de nuestros sentimientos
|
Para ser indulgente basta con pensar en cuántas circunstancias ajenas a nosotros influyen sobre la temible alternativa de la delicadeza o la depravación de nuestros sentimientos
|
Si supiéramos descubrir nuestra verdadera felicidad, jamás la buscaríamos fuera de los límites prescritos por las leyes y la religión
|
Cuando una se entera de tamaños horrores, lamenta seguir viviendo; se siente vergüenza de ser mujer, al ver a otra capaz de semejantes excesos
|
A su edad, ¡a qué mujer no adora uno, al menos los ocho primeros días!
|
Teniendo en la mano cada uno de nosotros todo lo necesario para hundir al otro, nos interesa por igual tratarnos bien mutuamente
|
El amor verdadero no permite meditar y reflexionar: nos distrae de nuestros pensamientos con nuestros sentimientos; su poder nunca es más fuerte que cuando nos es desconocido, y, en la sombra y el silencio, nos rodea de ataduras imposibles de ver y de romper
|
Te tomé con placer, te dejo sin nostalgia
|
Jamás es usted ni amigo ni amante de una mujer, sino siempre tirano o esclavo
|
Dígame la verdad; ¿se engaña usted a sí mismo, o trata de engañarme a mí?
|
No tengo la suerte de poder dudar
|
Es un poema épico griego compuesto por 24 cantos, atribuido al poeta griego Homero. Narra la vuelta a casa, tras la guerra de Troya, del héroe griego Ulises