Sentí al fin que me era tan imposible no amarla, como amar a otra
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Sentí al fin que me era tan imposible no amarla, como amar a otra
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Sería una vergüenza que no hiciésemos con dos niños cuando queremos.
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No dejaré de conservar hacia usted todo el cariño posible sin que haya mal en ello; y me deseo con toda mi alma toda suerte de venturas.
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(Ella) me sirve de pupitre para escribir a mi bella devota, a la que me ha parecido divertido enviar una carta escrita desde la cama y casi en brazos de una mujer, interrumpida incluso por una infidelidad completa
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El momento más bello de una mujer, el único en el que puede provocar esa embriaguez del alma, de la que siempre se habla y que tan raramente se siente, es aquél en el que, seguros de su amor, no lo estamos de sus favores
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Puesto que la edad de esta maldita mujer la pone a cubierto de mis golpes, es preciso golpearla en el objeto de su afecto
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Encontré todas mis cartas seguidas y ordenadas por fechas
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Si pudiera usted imaginarse cuanto me hace sufrir, me atrevo a creer que quedaría algo agradecida por mi docilidad
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Sin ingenio ni agudeza, tiene, sin embargo, cierta falsedad natural
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Usted tranquila y apacible, no conoce estos tormentos si no es para causarlos y felicitarse por ello. Sin embargo, es usted quien se queja y yo quien se disculpa.
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Es un poema épico griego compuesto por 24 cantos, atribuido al poeta griego Homero. Narra la vuelta a casa, tras la guerra de Troya, del héroe griego Ulises