Solemos olvidarlo, pero lo que quedará de nosotros cuando ya no estemos es el tiempo que le dedicamos a lo que de verdad importa en nuestras vidas: la gente que nos sostiene cuando estamos a punto de caer.
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Solemos olvidarlo, pero lo que quedará de nosotros cuando ya no estemos es el tiempo que le dedicamos a lo que de verdad importa en nuestras vidas: la gente que nos sostiene cuando estamos a punto de caer.
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Si no puedes contra el enemigo, déjalo con la intriga.
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Para cambiar las cosas hay que saber hacerse las preguntas oportunas.
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Durante mucho tiempo el corazón de Berta ha sido un dátil, demasiado seco, demasiado contraído, demasiado terco. Ahora, su cabeza vive el proceso contrario. El dolor es el mismo, aunque en vez de endurecerse se licua.
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Tolerar la incertidumbre es uno de los grandes secretos para ser feliz.
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El ego es como un perro. No importa el tamaño, sino lo bien adiestrado que el propietario lo tenga.
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Cuando el dolor te agarra bien fuerte las tripas y el corazón y la cabeza, cuando te exprime los pulmones y no te deja respirar y te quieres morir para acabar con el sufrimiento, a tu alrededor todo continúa igual, como si tu angustia no deformara el mundo. Ni siquiera un poquito. Y entonces te encuentras sola en la burbuja en la que te asfixias y miras, atónita, el mundo exterior al que no le importas. Porque nadie detiene su vida por ti. Algunas personas, unas pocas, ralentizarán su ritmo, pero el mundo no se parará para ellos como se ha congelado para ti. |
Solemos olvidarlo, pero lo que quedará de nosotros cuando ya no estemos es el tiempo que le dedicamos a lo que de verdad importa en nuestras vidas: la gente que nos sostiene cuando estamos a punto de caer.
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La maldad no vuela en escoba ni tiene rabo.
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Siente la responsabilidad del daño que sus acciones pueden causar en la gente a la que quiere. El dolor que provoca en los demás. La manera en la que hace que se sientan solos.
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Gregorio Samsa es un ...