Solemos olvidarlo, pero lo que quedará de nosotros cuando ya no estemos es el tiempo que le dedicamos a lo que de verdad importa en nuestras vidas: la gente que nos sostiene cuando estamos a punto de caer.
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Solemos olvidarlo, pero lo que quedará de nosotros cuando ya no estemos es el tiempo que le dedicamos a lo que de verdad importa en nuestras vidas: la gente que nos sostiene cuando estamos a punto de caer.
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¿Cómo se dan las malas noticias? Las malas de verdad. Las que ya no tienen remedio. La muerte de alguien.
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Fue la única víctima que no escogió al azar. Y la única por la que rompió las reglas. Nunca dejes que te vean. Nunca tardes demasiado tiempo. Nunca lo hagas cerca de casa. Siempre deja que se vayan. La retuvo durante veinticuatro horas. |
El miedo es como un gas, se expande y ocupa todo el espacio que le dejes. Para hacerle frente la solución no es vaciarse, sino llenarse de cosas, saturar el corazón atiborrándolo de retales de recuerdos, de música, de olores y de personas hasta no dejar espacio a lo que nos asusta
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Solemos olvidarlo, pero lo que quedará de nosotros cuando ya no estemos es el tiempo que le dedicamos a lo que de verdad importa en nuestras vidas: la gente que nos sostiene cuando estamos a punto de caer.
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La maldad no vuela en escoba ni tiene rabo.
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Siente la responsabilidad del daño que sus acciones pueden causar en la gente a la que quiere. El dolor que provoca en los demás. La manera en la que hace que se sientan solos.
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Si no puedes contra el enemigo, déjalo con la intriga.
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Hay momentos en los que la única manera de sobrevivir es comerse las piedras que la vida te pone por el camino, aunque las cargues para siempre en el estómago.
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Cuando el dolor te agarra bien fuerte las tripas y el corazón y la cabeza, cuando te exprime los pulmones y no te deja respirar y te quieres morir para acabar con el sufrimiento, a tu alrededor todo continúa igual, como si tu angustia no deformara el mundo. Ni siquiera un poquito. Y entonces te encuentras sola en la burbuja en la que te asfixias y miras, atónita, el mundo exterior al que no le importas. Porque nadie detiene su vida por ti. Algunas personas, unas pocas, ralentizarán su ritmo, pero el mundo no se parará para ellos como se ha congelado para ti. |
La edad de la inocencia